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¿Otra reforma educativa?

viernes 16 de noviembre de 2018, 04:00h

Cuando la pasada semana conocí que el gobierno de España está preparando una nueva reforma educativa de la actual ley de educación me reafirmé en mis tesis y convicciones de que en nuestro país la cuestión del sistema educativo no va a mejorar nunca. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla. O bien a nuestros políticos no les interesa lo más mínimo la educación o bien a nuestros políticos lo que les interesa es la educación para crear una sociedad borreguil que no piense por sí misma y poder manipularla a su libre albedrío cuál marionetas en un teatro de títeres.

En estos momentos, en España no está justificada una reforma de la actual ley de educación porque hace menos de seis meses que el grupo de trabajo para alcanzar el famoso pacto educativo cerró los cuadernos porque no se había llegado a ningún acuerdo. Además de que el partido político del actual gobierno abandonó el pupitre.

A partir de ésta, podemos sumar otras muchas razones técnicas que aconsejarían no abrir un melón que quizás pudiera salir podrido. Todo lo demás será ir poniendo remiendos partidistas desde un punto de vista político a una ley de educación que no lleva en vigor ni tan siquiera la mitad del tiempo que permanece un alumno en el sistema educativo. Y esto es un error muy grave. A día de hoy no contamos con los suficientes elementos para realizar una evaluación rigurosa y saber en qué hemos fallado desde el año 2013.

Muchos expertos en la materia convendrán conmigo en que lo que necesita nuestro sistema, y que ya lo he apuntado en alguna que otra ocasión, no es debatir si la asignatura de Religión tiene que eliminarse del currículo o si su nota debe dejar de contar para titular o si para titular en Bachiller nuestros alumnos lo podrán hacer con una asignatura suspendida. Errores éstos gravísimos porque nos cargamos de un plumazo el valor del esfuerzo sobre la mejora de la frustración d nuestros estudiantes.

Pero el sistema educativo lo que necesita de verdad son medidas de calado profundo que reviertan directamente en nuestros alumnos. Una vez más, planificar una reforma educativa sin tener en cuenta al actor principal de todo este proceso, es decir, al alumno lo único que conseguirá será perjudicarles.

La actual arquitectura del sistema educativo si es deficiente no es por culpa de esta última ley de educación. Ésta es una herencia de la de 1990, fecha en la que entró en vigor la LOGSE impulsada por el Partido Socialista. Si el interés de este gobierno es titular al mayor número de alumnos posibles para que se inserten en el mercado laboral y así mejorar los resultados y estadísticas y poder situarnos al lado de otros países del mundo, quizás lo que necesita nuestro sistema es reconducir el sistema. No hay que perder de vista que antes nuestros alumnos titulaban en 8º de EGB, el actual 2º ESO, y ahora lo hacen en 4º ESO. Quizás, diseñando una secundaria básica hasta el 2º ESO, conseguiríamos que muchos centros educativos no se convirtiesen en guarderías juveniles.

El problema real es que no tenemos muy claras cuáles son las intenciones políticas de querer cambiar ahora, deprisa y corriendo, sin una estabilidad parlamentaria suficiente y sin unas garantías parlamentarias el tema que nos ocupa.

La educación es una cuestión de Estado, las injerencias políticas deben mantenerse completamente al margen porque lo único que provocan es dañar el sistema. Tenemos un potencial valiosísimo: las personas, alumnos y profesores, y tenemos el conocimiento, las habilidades y destrezas además del talento. Sólo hay que aderezarlo con unas gotas de pasión, responsabilidad, esfuerzo y constancia. Los resultados vendrán solos.
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