El jurado le ha otorgado el premio a Vitale “por su lenguaje, uno de los más destacados y reconocidos de la poesía hodierna en español, que es al mismo tiempo intelectual y popular, universal y personal, transparente y honda. Convertida desde hace un tiempo en un referente fundamental para poetas de todas las generaciones y en todos los rincones del español”, ha señalado el ministro de Cultura, José Guirao.
Este año se ha roto la regla no escrita desde 1996 que alternaba a autores españoles y latinoamericanos, ya que Ida Vitale sucede en el premio al nicaragüense Sergio Ramírez. Es la quinta mujer en los 40 años de historia del reconocimiento que recibe el Cervantes tras María Zambrano (1988), Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992) y la mexicana Elena Poniatowska (2013).
La galardonada recogerá el premio el próximo 23 de abril (fecha del fallecimiento de Miguel de Cervantes) en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.
La maestra del lenguaje puro y sutil
Vitale es una de las grandes poetas latinoamericanas y la última sobreviviente de la excepcional Generación del 45, de la que formaron parte intelectuales destacados como Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama (su primer marido), Mario Benedetti, Carlos Maggi, Manuel Claps o María Inés Silva, entre otros.
Poeta, ensayista, crítica literaria y traductora, tiene numerosos reconocimientos, entre los que se encuentran el Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo (compartido con Ramón Xirau) en 2009; el Premio al Mérito Cultural de la Ciudad de México Carlos Monsivais y el Premio Internacional Alfonso Reyes, ambos en 2014; el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en 2015; el Premio Federico García Lorca en 2016; el Premio Max Jacobs (París) en 2017; y el Premio de la Feria del Libro de Guadalajara, en 2018.
Autora de poemarios tan simbólicos como Palabra dada, Mella y criba, La luz de esta memoria, Paso a paso, Jardín de sílice, Un invierno equivocado, La luz de esta memoria o Reducción del infinito. La obra de Ida Vitale muestra un lenguaje preciso, maleable, cargado de ironías y sutilezas, inteligente y con un fuerte influjo de Juan Ramón Jiménez, a quien la propia escritora considera su maestro en la poesía.
Entre sus ensayos destacan El ejemplo de Antonio Machado, Cervantes en nuestro tiempo, La poesía de Jorge de Lima, Léxico de afinidades o Donde da la vuelta el camaleón.
A lo largo de su vida Ida Vitale colaboró con numerosas publicaciones periódicas, como el diario El País, el semanario Marcha, la revista Clinamen (de la que fue codirectora), el semanario Jaque (del que fue después directora de sus páginas culturales), las revistas Plural y Vuelta, o el diario El Sol y Diorama en la Cultura (suplemento cultural del Excelsior).