Imaginen nadar en aguas abiertas para después recorrer 40 kilómetros en bicicleta y acabar con una carrera de 10 kilómetros. Ahora imaginen hacerlo durante todo un campeonato de Series Mundiales; pues bien, el mallorquín Mario Mola se ha proclamado por tercera vez Campeón del Mundo de este deporte: el triatlón. Con 28 años, Mario Mola se sitúa en lo más alto a tan sólo dos títulos de su compañero, el también español Javier Gómez Noya, pero para Mola el reto no es conseguir superar a Javier ni le obsesionan los títulos; a él le gusta lo que hace, disfruta compitiendo y en el horizonte está a la vista Tokio. Tras este tercer título mundial y un merecido descanso, Mario Mola habla para mallorcadiario.com de cómo ha vivido esta temporada, que sabor le deja esta última victoria y qué retos tiene en mente antes de la gran cita. Los JJOO.
¿Después de ganar tres títulos mundiales, cómo se motiva uno para seguir con ‘hambre’ de victorias?
Se trata de seguir con la misma ambición, con las mismas ganas. Soy consciente y más después de este año que se deben de aprovechar las oportunidades que cada uno tiene y si la salud me lo permite mi ilusión es luchar el año que viene por un cuarto Mundial y de cara a 2020 estar lo mejor posible para preparar la cita olímpica.
¿Piensas mucho en esa cita?
Es inevitable. La realidad es que para mí los Juegos Olímpicos nunca han sido una obsesión; las dos experiencias que he tenido han sido muy diferentes, tanto por el modo en las que he llegado, tanto por clasificación como por las condiciones en las que he llegado a la carrera. El caso de Londres lo definiría como una novedad; fue un premio poder estar allí; en el caso de Río la ilusión fue el prepararme lo mejor posible para luchar por las medallas, aunque al final no salió esa carrera. Es inevitable no pensar en esa cita porque al final somos conscientes de la repercusión que tiene una cita olímpica para un deportista ya que supera a cualquier otra carrera, al menos en este deporte y por tanto eso lo hace especial. Ahora bien, sé que no debo volverme loco e intentaré prepararme igual que para otra competición, pero a sabiendas del cariño especial que le tengo a esta cita. El hecho de que sólo se dispute cada 4 años la hace muy especial.
¿Ayudan las Series Mundiales a preparar esa competición?
La realidad es que las pruebas del Mundial, casi con total seguridad, tienen más nivel que unos JJOO, más que nada porque en una cita olímpica se limita la cantidad de representantes por cada país e históricamente siempre ha habido países con más de tres deportistas entre los 20 o 30 primeros. España ha sido un ejemplo en ese sentido porque en los últimos ocho años ha habido más de tres o cuatro deportistas entre las 20 primeras posiciones y en unos JJOO sólo pueden ir tres como máximo. Al final las Series Mundiales son las pruebas de más nivel, pero no alcanzan la magnitud que tienen unos Juegos. Sí que son una prueba, un test para saber en qué nivel estás y así las voy a seguir afrontando.
¿Qué sensaciones te deja este tercer título mundial? ¿Cómo lo has vivido?
Cuando los resultados son buenos, obvio que las sensaciones siempre son positivas. Ha sido un año difícil debido al accidente que sufrió Carol (su pareja) al inicio de temporada y eso lo ha hecho diferente a los anteriores; la realidad es que, en el plano deportivo, fue un mes y medio de muchos nervios y mucha tensión, pero el resto de competición he sido capaz de competir a mi mejor nivel y, unido a que no ha sido el mejor año para mis rivales más directos, me permitió llegar a la última prueba en una situación privilegiada y era cuestión de aprovecharlo. Nunca es fácil ya que en una carrera puede pasar de todo; no es tan difícil terminar más allá del 15 o del 20, como en este caso necesitaba, pero si puedo elegir prefiero que me baste acabar el 15 que no tener que llegar entre los 3 primeros… (ríe).
España tiene dos nombres importantes en este deporte; Javier Gómez Noya y Mario Mola. ¿Se compara con él?
Creo que uno tiene que centrarse en lo que puede conseguir, en lo que está en sus manos. Cada año surge gente nueva, gente que hace que el nivel de la competición suba y eso es lo bonito de este deporte. Es innegable he tenido unos años muy buenos, con una consistencia en cuanto a resultados que ni yo mismo imaginaba, pero soy consciente de que va a seguir llegando gente con hambre de victorias y debo estar muy centrado en hacer mi trabajo lo mejor que pueda, como siempre hago.
¿Y alcanzar esos cinco títulos de Javier?
La realidad es que no. Javi siempre ya sido y será un referente y, a día de hoy, no lo pienso; no cambiaría mi estrategia ni mi forma de competir tanto si él tiene cinco u ocho títulos. En mi opinión lo que ha hecho Javi, tanto en larga como en corta distancia, es inalcanzable y no es mi objetivo superar a nadie, aunque yo sigo mi camino y el tiempo dirá lo que puedo alcanzar. No me motiva el hecho de querer superar a Javi, simplemente el estar consiguiendo buenos resultados es suficiente motivación para seguir trabajando.
¿Le extraña que, con el nivel demostrado por los triatletas de este país, no se haya disputado una prueba de las Series Mundiales aquí? Quizá sea hora de traerla a Mallorca…
Está claro que todo lo que sea acercar pruebas del máximo nivel al público y que lo puedan vivir de cerca es bueno, tanto para el deporte como para las nuevas generaciones que van subiendo. Tuve la suerte de crecer en la prueba de Madrid (2013) y supuso una motivación espectacular, por todo lo que conlleva; parece que correr en casa lo hace más factible. En Mallorca tenemos pruebas de muchísima calidad y traer una prueba de las Series Mundiales supone un gasto importante; son carreras que cuesta mucho dinero el poder albergarlas, piensa que sólo las ciudades muy grandes se lo pueden permitir. En estos casos, la parte pública hace mucho y se necesita que haya alguien detrás para que una prueba de Series Mundial se pueda organizar. Imagina la magnitud que Madrid tuvo que ceder la prueba de máxima categoría, así que ojalá tuviéramos una prueba aquí (en Mallorca) o en cualquier lugar de España, como Barcelona, Madrid o Valencia, pero está claro que no es fácil.
¿Qué papel juega el patrocinio en un deporte como el triatlón? No debe ser nada fácil llegar a vivir de este deporte.
La realidad es que, al tratarse de un deporte relativamente minoritario, que, aunque esté creciendo no es aún un deporte de masas, para un triatleta joven requiere de una inversión importante y siempre digo que lo que a mí me ha permitido llegar donde estoy ahora ha sido el seguir estudiando, seguir preparándome, formándome y tener la tranquilidad de que, si en algún momento el deporte no funcionaba, tengo algo para ganarme la vida. Al final no todo el mundo llega; hay miles de triatletas que empiezan y muy pocos podrán llegar a la élite, esa es la realidad, con lo que el hecho de tener otra salida me ha permitido llevar los malos momentos con más tranquilidad y poder disfrutar de los buenos siendo consciente de que el deporte tiene fecha de caducidad y en algún momento tendré que dedicarme a otra cosa. A medida que vamos ganando en exposición y en visibilidad el patrocinio a nivel privado es el que va cogiendo fuerza, porque, en este caso, lo público debe ir a las generaciones más jóvenes ya que así habrá más probabilidades de que vayan saliendo nuevas hornadas de triatletas.
¿Cómo imagina que será la vida después del deporte en la élite?
La verdad es que no lo sé; siempre digo que estoy muy ocupado con el presente para pensar en el futuro, pero dentro de lo que he podido me he ido preparando de alguna manera. He ido formándome, he estudiado Administración de Empresas y ahora estudio un máster en Finanzas y supongo que si no me hubiera dedicado al deporte este es un campo que me gusta. Creo que de lo que se trata es de tener el cerebro activo y cuando esto termine estar en condiciones de poder aprovechar la oportunidad que surja. Si uno está preparado o se ha tratado de preparar, para lo que sea, tiene más probabilidades de agarrarse a ello.
¿Qué papel juega la mente, la cabeza, en un deporte tan físico como el triatlón?
Sin duda es una parte muy importante de este deporte. Es indudable que en un deporte de resistencia sin trabajo físico es imposible rendir a cualquier nivel, si no entrenas no puedes competir, pero como damos por hecho que todo el mundo entrena y se prepara lo mejor que puede, las diferencias, sin duda, las marca la cabeza. Se trata de lidiar con los malos momentos, que todo el mundo los tiene, estar bien rodeado, tener gente que te apoye y que te aporte tranquilidad y estabilidad es muy necesario y en mi caso es lo que me ha permitido estar compitiendo a este nivel durante estos último seis u ocho años.
¿En todos estos años de camino hacia la élite, te has sentido sólo en algún momento, has debido renunciar a algo para llegar a donde estas ahora?
No me he sentido sólo o falto de apoyos porque he tenido la suerte de, primero, por supuesto, mis padres siempre han sido partidarios de compaginar el deporte con los estudios, porque al final es esa siempre la prioridad, y en el momento que quise priorizar el deporte ellos me lo han hecho todo más fácil y por supuesto tengo el apoyo de mi chica, Carol, con quien además comparto los viajes, las carreras y los entrenamientos y es una parte muy importante en el deporte pero está claro que uno tiene que dejar de lado algunas cosas, aunque siempre me quedo con lo positivo, con las cosas que he podido disfrutar y vivir gracias a este deporte, y sin duda te digo que bien merece la pena el dejar otras cosas de lado, aunque no todo el mundo está dispuesto a dejar de hacerlas. A este deporte has de dedicarle el 100 por 100 y las 24 horas.
¿Qué consejo les das a esos jóvenes triatletas que quieren emularte?
Yo te puedo hablar de mi experiencia, en la que he tratado de priorizar mis estudios y sin duda vivir el deporte como un hobby, disfrutando de lo que hacía y no intentar ir más rápido porque al final para todo lo que tiene que venir hay tiempo. Al final todo se trata de disfrutar de lo que uno hace y el mismo deporte y tu desarrollo irá marcándote el camino. Al final esto es un deporte que te tiene que gustar porque sólo los que disfrutan son capaces de llegar.