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PP y Ciudadanos ante el Gobierno de Sánchez

viernes 08 de junio de 2018, 10:06h

Indudablemente, Pedro Sánchez ha conseguido un enorme golpe de efecto con la composición de su gobierno, un ejecutivo que suscribirían sin demasiados problemas los naranjas y que a los populares tampoco les disgusta. Prueba de ello es que las únicas voces críticas -amargadas diría yo- provienen de Podemos y, en distinta medida, del nacionalismo catalán y vasco, estos últimos siempre con el agravio -pasado, actual o futuro- en los labios.

El detalle, sin embargo, radica en que Sánchez solo tiene asegurado para lo que resta de legislatura el apoyo de 84 diputados, es decir, 92 menos de los que va a precisar para sacar adelante cualquier iniciativa legislativa, salvo que consiga convencer a algún grupo para que se abstenga. En cualquier caso, una ingente tarea que va a precisar de toneladas de diálogo y negociación.

La moción de censura auguraba un curso bronco sin concesiones, alimentado por los partidos de centroderecha, insólitamente desalojado del poder el uno y descabalgado de las encuestas el otro.

Pero el clima social favorable a este nuevo gobierno trastoca esa visión inicial y supone un posible cambio de escenario a populares y centristas.

PP y C's deberán hacer oposición, claro, pero la ciudadanía, hastiada del "y tú, más", entendería mal que no colaborasen con una actitud positiva a que el nuevo ejecutivo pudiera deshacerse de las hipotecas y compromisos previos que presumíamos con podemitas e independentistas, auténticas víctimas ocultas de la operación Sánchez.

Está claro que el PSOE vuelve a mirar al centro -donde se ganan y pierden mayorías- y busca regresar a la senda de la socialdemocracia, al menos en las áreas de gobierno con más peso, dejando para su parroquia más izquierdista únicamente las políticas simbólicas con las que el ala zurda del electorado acostumbra a entretenerse. En economía, trabajo, interior, asuntos exteriores o administración territorial, los socialistas -si es que este gobierno puede tildarse de tal- gozarán de escaso margen para veleidades y postureo, algo a lo que, por ejemplo, era tan aficionado Zapatero y que le condujo a lograr ser considerado, de lejos, como el más inepto presidente de la era democrática, corresponsable de nuestra indefensión ante los lacerantes efectos de la crisis económica que él no supo ver venir.

El problema radica en que PP y C's, haciendo la oposición constructiva que los españoles nos cansamos de reclamar siempre -sin demasiado éxito, por cierto-, acabarían alumbrando la reconstrucción política no solo del PSOE, sino también del esquema bipartidista de la transición, por lo que ya se adivina una cruenta batalla entre populares y naranjas por hacerse definitivamente con el electorado de centroderecha, lance del que únicamente puede salir un ganador.

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