Hace quince años, Robert Stenberg publicó el libro ‘Por que las personas inteligentes pueden ser tan estupidas’, en el que se explica como personas listas llevan a cabo actos que sabotean su éxito. Al parecer, se sacará una nueva edición con un capítulo dedicado a Pablo Iglesias e Irene Montero. Bueno, es broma; aunque bien merecido se lo tienen con la compra de su ya famoso a la par que poco agraciado chalet en la sierra de Madrid.
Y no es que no se lo puedan comprar, si un banco les da el crédito y sus expectativas de rentas futuras les permiten afrontar las cuotas, son muy libres de llevar a cabo la adquisición que les convenga o que les venga en gana, sin embargo, no encaja que unos líderes, no sólo de un partido político sino también de todo un movimiento social de protesta contra el stablisment, no calibraran las consecuencias de hacerse pública tal compra.
Seiscientos mil euros no se antoja un precio caro al tratarse de un chalet, es más, diría que es barato conociendo los precios que se mueven por la capital de España, por lo que uno me pregunto si éste es realmente el precio real -puede que les hayan hecho una rebaja por feo de mirar- o si están ocultando la cuantía total que se pagará para evitar más escándolo.
¿De verdad no pensaron que a muchos de sus votantes eso les caería como una patada en las posaderas y que darían paso a todo tipo de críticas? Y no lo digo por el precio (un piso de 80m2 en Malasaña vale mucho más) sino por las connotaciones burguesas de este tipo de edificaciones. No me cuadra que un profesor de universidad, a quien se le supone una cierta inteligencia, no entreviera que este paso le podía suponer una caída en picado de su popularidad en la era de las malditas hemerotecas. Y si lo entrevió cabe preguntarse porqué han puesto en peligro su liderazgo en Podemos para crear su nido de amor en un, aunque difícil de mirar, chalet madrileño. En fin, ya veremos cómo termina la historia.
Personalmente, la compra de este inmueble me importa lo mismo que la reproducción del escarabajo rinoceronte. Lo que me causa admiración es que un propietario haya conseguido vender tal fealdad de casa. Si encima trasladan ahí los muebles del piso vallecano de Pablo ya será el acabose.