No es que España sea muy diferente al resto del mundo. A lo largo y ancho de nuestro cada vez más deteriorado planeta se van sucediendo, sin descando, acontecimientos de esos que hacen que vayamos perdiendo, de forma paulatina, la fe en la condición humana. No hablo ya de grandes desastres ni de esas acciones que repugnan y causan asco desde que, lamentablemente, las escuchamos o vemos en los noticiarios; me refiero a esas conductas que nos rodean en el día a día, que ya parecemos observar con total y absoluta normalidad pero que no son en absoluto de recibo porque, en última instancia, van contra el conjunto de la ciudadanía.
Echando un vistazo a la prensa de estos días, uno no sale de su asombro. Por poner cuatro sencillos ejemplos. Dimite la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid (mucho ha tardado), pero no por la polémica que tiene que ver con su ya famoso Máster universitario, sino por un vídeo de la cámara de seguridad de un centro comercial que, por otra parte, no se entiende cómo puede ver la luz cuando esas imágenes, grabadas en 2011, deberían haber sido borradas transcurrido un mes, al no mediar infracciones penal o administrativas grave o muy grave en materia de seguridad pública, con una investigación policial en curso o con un procedimiento judicial abierto. Da la sensación de que algo muy sucio y turbio se ha movido desde un entorno diríase que próximo, para echar a Cristina Cifuentes forzando su dimisión inmediata.
En otro orden de cosas, ahora resulta que el Gobierno y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) cierran un acuerdo de Presupuestos que incluye una subida del 1,6% para todas las pensiones. En otras palabras, el PNV ha dado su brazo a torcer (o quizás está retorciendo fuertemente el brazo del Gobierno de algún modo que desconocemos, lo cual sería inaceptable) y finalmente permitirá que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado. Y nuevamente nos asaltan las dudas, pues hablamos del partido que afirmó, por activa y por pasiva, que con el artículo 155 de la Constitución no se jugaba y que nunca apoyarían los Presupuestos mientras continuara aplicándose en Cataluña. Ahí queda eso.
Por si esto fuera poco, hace tan solo unos días la banda terrorista ETA, o lo que queda de ella, emitió un comunicado a través del cual vino a lamentar el daño causado y vino a pedir perdón a algunas de las víctimas. ¡Lo que nos faltaba! Cuando ya creíamos haberlo visto y leído todo, llegan estos criminales en vías de extinción y, de manera inadmisible, lanzan un "perdón selectivo" solo a parte de los damnificados, como si algunos de sus actos hubiera podido llegar a tener algún tipo de justificación. Bochornoso.
Y no nos olvidamos de Catalunya, con una judicialización del “Procés” ganada a pulso y una realidad socioeconómica que no nos permite se precisamente optimistas. Y es que cuando nos empeñamos en hablar de respeto a derechos y libertades pero nos olvidamos de las obligaciones y de las responsabilidades asumidas frente a los ciudadanos (por cierto, frente a todos ellos…porque todos ellos son igualmente catalanes) los resultados no se hacen esperar: situación enquistada con cada vez más imaginativas y surrealistas propuestas aportadas desde la bancada independentista y nula capacidad negociadora por parte de todas partes implicadas. Esperpéntico.
Son tan solo cuatro muestras de lo que vemos y escuchamos cuando vamos hacia nuestro trabajo o cuando nos asomamos al mundo al finalizar nuestra más o menos dura jornada. ¡Cómo no vamos a estar cansados…agotados, con este panorama! No obstante, no dejo de repetirme que no debe cundir el desánimo. No todo es corrupción, no todo es burdo interés, no todo es falta de respeto por quienes más sufren, no todo es absurdo empecinamiento ni falta de compromiso. Aun cuando las cosas no marchen bien, debemos estar convencidos de que podemos contribuir a cambiar las cosas, en la medida de nuestras posibilidades, a pequeña escala, en nuestro día a día, dando lo mejor de nosotros y no dejándonos contaminar por aquello que, en última instancia, nos empequeñece como personas. Y debemos tener claro que hay muchas personas que todavía creen, que apuestan por un mundo mejor y por aportar soluciones a los problemas. Nadie dijo que fuera fácil, pero a buen seguro merecerá la pena. “La satisfacción radica en el esfuerzo, no en el logro. El esfuerzo total es una victoria completa” (Mahatma Gandhi)