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Economía en blanco y negro

Por José A. García Bustos
sábado 28 de octubre de 2017, 04:00h
Los disidentes ideológicos no están bien vistos en ninguno de los dos bandos del tema catalán. Mi respetado Fernando Trías de Bes, economista con años de ejercicio y publicaciones de gran interés, ha abandonado Twitter por la que considera falta de respeto de quienes no piensan como él.

El desencadenante ha sido un artículo en el que critica a Junqueras que, haciendo honor a su apellido aún no catalanizado, enmascara la verdad cual conjunto de juncos oculta la superficie pantanosa. Trías de Bes se ha revelado contra el vicepresident por tratar a los ciudadanos de tontos al afirmar que solo se han ido 1.500 empresas de las más de 200 mil que hay en Cataluña.

Se han ido pocas pero quedan muchas más, viene a argumentar el vicepresidente de la Generalitat, quitando yerro al asunto. Trías de Bes acusa de frivolidad al mandatario catalán al puntualizar que las empresas que se han ido representan el 30% del PIB. No afirma que se ha ido esa parte del PIB, solo que las empresas que se han mudado tiene ese peso. El matiz es importante.

Las críticas y amenazas de darse de baja de suscripciones del diario Ara, de marcado cariz independentista (donde se publicó el artículo de la discordia), han sido numerosas. Basta ver los comentarios de los lectores tras el artículo. Trías de Bes, que colabora con otros diarios, quiere hacer valer su voz contraria al independentismo en un canal de ideología proclive al mismo. Probablemente tenga que abandonarlo, como ha hecho con Twitter. Las faltas de respeto en los comentarios y la amenaza de perder clientela harán que, o bien Fernando se vaya, o los responsables le inviten a irse para evitar la sangría de lectores descontentos que amenazan con cancelar la suscripción al diario.

El debate suscitado en Twitter entre Trías de Bes con mi otro economista de referencia, aunque en las antípodas ideológicas, Xavier Sala-i-Martín, referente económico del “procés” ha sido apasionante y bajo un gran respeto a pesar de las diferencias ideológicas.

Sala-i-Martín (guionista y productor de “Economia en colors” de TV3) culpa de la huída de las empresas a la virulencia de la reacción de Rajoy por la aplicación del artículo 155. Error, apreciado Xavier. Estás confundiendo causa y efecto. La reacción de Rajoy viene por la acción previa de promulgar unas leyes a favor de un referéndum sin garantías y fuera de la ley para declarar después la independencia (DUI). Esto es lo que ha espantado a los empresarios.

Toda aventura empresarial va anexa al riesgo y todo empresario que se precie intenta minimizarlo al máximo para moverse en terrenos más o menos firmes. La independencia de Cataluña haría navegar a los empresarios en terrenos pantanosos con una gran incertidumbre en el horizonte, amén del sobrecoste de sus ventas al resto del territorio europeo, en cuyo caso, se convertirían en exportaciones y estarían gravadas con aranceles. Para no tener que pagar aranceles Cataluña debería ser aceptado por los 28 países de la UE o por la EFTA, en cuyo caso debería ser aceptado por unanimidad por Noruega, Liechtenstein, Islandia y Suiza y tener libre comercio sólo con ellos.

Es cierto que por ahora solo se traslada la sede social pero en caso de que se activara el DUI se trasladaría también parte de la plantilla y vender a la que ahora es su tierra, costaría más caro. En este caso una pérdida de competitividad significaría pérdida en el volumen de ventas (exportaciones) y pérdidas masivas de empleo.

Como reputado liberal, Sala-i-Martín debería haber aceptado la realidad de que las empresas se están yendo por la inseguridad jurídica creada, no precisamente por Rajoy.

Una vez reconocidos los hechos, podría haber argumentado en un ejercicio enriquecedor pero perteneciente a la ficción económica, es decir, a una Economía en blanco y negro, que las leyes del mercado, harían que la demanda de la población catalana, desatendida por quienes se fueron, provocaría un efecto reclamo del que no se habla mucho, cuyo espacio se cubriría con empresarios catalanes que harían florecer un nuevo tejido empresarial. Parte de ellos provendrían de trabajadores que se habrían quedado sin empleo por la pérdida de competitividad y explotarían su lado emprendedor, probablemente con ayuda del nuevo gobierno.

O también, como me comenta mi apreciado amigo Miquel, veríamos cómo se instalan delegaciones de empresas foráneas que se fueron y verían con el tiempo un nicho de mercado desatendido. En ambos casos el nuevo “impost sobre el benefici”, en caso de haber beneficios, algo improbable en los inicios de todo proyecto empresarial, quedaría íntegramente en Cataluña. El exceso de demanda tiraría de la creación de una nueva oferta aunque como en todo, las transiciones no son inmediatas y deberían pasar una travesía más o menos larga por el desierto.

Habrá notado el lector que empleo el modo condicional imaginando un escenario en blanco y negro. Un escenario que aún no va a tener lugar porque el tren que propone la independencia va a chocar de frente con 155 vagones cargados de constitucionalismo.
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