Monotema. Cualquiera que acceda a los medios de comunicación tiene la sensación de que en nuestra sociedad no cabe nada más que hablar del proceso independentista catalán. En cambio, todos tenemos nuestra propia vida con sus problemas cotidianos y empieza a haber un poco de hartazgo por todo lo que está pasando.
Sin embargo, en vez de deshinchar el globo, éste se está haciendo más grande porque, al fin y al cabo, estamos ante una cuestión pasional que es lo que más vende y lo que más réditos da. La prueba más notable de ello es que las manifestaciones que menos repercusión mediática han tenido han sido aquellas que no han estado presididas por banderas ni enseñas, a pesar de haber sido multitudinarias y más pacíficas.
Es muy común aludir a “la mayoría silenciosa” atribuyéndose su posición. Ello es tarea muy osada teniendo en cuenta que, por su propia esencia, no podemos atribuir a la tal mayoría un determinado pensamiento. Aún así, y sintiéndome parte de aquellos que se han mostrado críticos con las actuaciones de la mayoría de actores de esta escena, paso a enumerar todas las cosas que me han hartado. Quien sabe, a lo mejor coincido con alguien.
Lista de hartazgos:
De los medios de comunicación que cláramente toman partido y renuncian a informar sobre la otra cara de la realidad.
De la manipulación interesada de la Historia.
De los políticos inmovilistas que sólo tienen en mente dar una huida hacia delante.
De la manipulación de la ciudadanía para la obtención de réditos políticos partidistas.
De los políticos que no admiten que podrían haber actuado de otra manera.
De la falta de asunción de responsabilidades.
De los que critican al nacionalismo en general haciendo valer un nacionalismo concreto.
De quienes no admiten que el nacionalismo es un sentimiento a respetar.
De quienes no entienden que los hay que no tienen ningún tipo de sentimiento nacionalista.
De quienes pretenden hacer creer que hay nacionalismos buenos y otros malos.
De quienes insultan por el hecho de no compartir unas determinadas ideas.
De la incertidumbre sobre el futuro próximo.
De no saber qué repercusiones económicas directas para nosotros va a tener el procés.
De cómo reaccionará el turismo ante ello.
De las imágenes trucadas en las redes sociales.
De la atribución de los hechos de unos pocos a toda una comunidad.
De quienes han sacado a relucir su violencia y crispación interior.
De la violencia, de la violencia, de la violencia.