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Hacienda somos todos (2)

Por Miquel Pascual Aguiló
sábado 08 de julio de 2017, 10:07h

El sábado pasado terminaba la primera parte de este articulo diciendo: La definición que mejor le cuadra al Sr. Montoro es la que he encontrado en internet: “siempre he dicho que el Sr. Montoro era una comadreja corrupta y agresiva”.

Quiero añadir que no es raro que Rajoy defienda a Montoro, en primer lugar porque son iguales como dice el refrán “Dios los cría y ellos se juntan” y en segundo lugar porque son tan demócratas como aquellos burros que porque se pintaron rayas creyeron ser cebras.

La parte del león de la recaudación fiscal deja pocas dudas sobre el auténtico pilar del sistema económico y fiscal de España. El impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) representa alrededor del 47% de todos los ingresos del Estado. El origen de las rentas que declaran este impuesto es, en un 88%, el trabajo asalariado, o sea que el mayor esfuerzo contributivo lo hacen sin lugar a dudas en España los trabajadores.

El esquema fiscal español diseñado por Montoro and cia. tiene como consecuencia que el empresariado apenas aporta un 12% de la recaudación del Estado, y que el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) contribuya con el 23% de los ingresos. Los asalariados, los trabajadores por cuenta ajena aportan más de cuatro euros de cada diez con los que se mantienen los servicios públicos, frente a poco más de un euro que sale de los beneficios de las empresas y dos de cada diez euros del consumo.

En una sola palabra, son los trabajadores los que soportan más cargas.

Las nóminas, un bien muy preciado en un momento de 3.461.128 de parados, según los datos oficiales ofrecidos por el mentiroso gobierno del PP, atan de forma absoluta, brutal, de forma indisoluble a los asalariados, a los trabajadores por cuenta ajena con la Agencia Tributaria. Sin embargo, otros ingresos, como las rentas del ahorro o los beneficios empresariales, son como las parejas abiertas, porque se casan con el fisco sin jurar esta fidelidad inquebrantable, ya que el propio sistema es más permisivo con este tipo de ganancias para que paguen menos tributos. Además, la ingeniería fiscal logra en muchas ocasiones que las ganancias originadas más allá del trabajo por cuenta ajena se cuelen por la red de aguas fecales de los tributos.

Las grandes incógnitas que se plantean en momentos como los actuales son: ¿por qué nuestro sistema no es equitativo?, ¿por qué no pagan más los que más tienen?, ¿por qué al que tiene más le es más fácil defraudar?, ¿existe margen para una mayor justicia fiscal?, ¿puede mejorarse la eficiencia recaudatoria sin aumentar la presión a los que es más fácil controlar, es decir, a los asalariados?.

Desde que Montoro es el arma letal de la política fiscal del gobierno del partido Popular ha trabajado incansablemente para diseñar un sistema recaudatorio absolutamente desequilibrado tanto horizontal, o sea, que los que ganen lo mismo paguen los mismos impuestos, como vertical, es decir, que los que ganan más, paguen más en proporción.

El diseño del impuesto de la renta es el mapa de la desigualdad impositiva en España. El escalonamiento de los tipos con los que se gravan en función de los ingresos es un espejismo para que los trabajadores se crean la mentira de la equidad en su recaudación. Más allá de los tramos, en su concepción radica un desigual tratamiento por iguales ingresos, ya que se distingue el origen del capital (por trabajo o por ahorro). Esta diferenciación rompe inmediatamente la equidad horizontal, ya que a iguales ingresos no se tributa lo mismo, dependiendo del origen de la ganancia. Así, un asalariado pagará más por sus ingresos del trabajo que un autónomo que se acoja al sistema de módulos o un rentista por el rendimiento de su inversión, para que nos entendamos, a iguales ganancias, el currante abona más, lo mismo ocurre con las ganancias que procedan de algún tipo de ahorro, inversiones, propiedades inmobiliarias, etc., se les puede aplicar un tipo máximo del 27% si superan la base imponible de 24.000 euros, mientras que las rentas procedentes del trabajo tienen una escala de tributación mucho más elevada que puede llegar a captar hasta el 52% de la base liquidable en la declaración de la renta. En definitiva, vivir de rentas en España sale a cuenta.

España es, de la mano de Rajoy y Montoro, ese lugar idílico donde a los defraudadores, a los delincuentes, a quienes esconden al fisco sus ganancias, procedentes de actividades irregulares y algunas incluso incluso delictivas, la propia administración les ofrece una lavadora exprés que por un módico precio, en la práctica poco más del 3 por ciento de lo ocultado, les perdona ser unos defraudadores, unos delincuentes y les permite quedar como los listos que son frente a todos los tontos que no teniendo su patrimonio, sus entradas, ni mucho menos, pagamos religiosamente hasta el último céntimo de la renta obtenida con el sudor de nuestra frente.
Que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley es una frase tan falsa como repetida, porque algunos son más iguales que otros y en materia fiscal de la mano del tándem Rajoy-Montoro mucho más.

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