Mi idea era escribir sobre el valor de la palabra pues mis amigos me dicen que están hartos de leer artículos sobre política y como son muy importantes para mi les haré caso.
Los mayores, no es que no me considere mayor, sino que me refiero a los mayores que yo, me hablan de que antes (no puedo ubicarlo en el tiempo) dabas la mano y tenía el mismo valor que una escritura notarial. Esa época debía ser maravillosa. Tristemente todos conocemos a demasiadas personas que su palabra no vale nada y mucho menos si asumen un compromiso aunque sea por escrito y ante notario.
Una persona sin palabra es una pobre persona, ínfima e irrelevante; andar por la vida sin credibilidad debe ser una sensación realmente lamentable pues nadie puede tomarte en serio. Valemos cuánto vale nuestra palabra y cuanto cumplimos los compromisos asumidos.
Estamos en una época de un mundo cambiante en el que continuamente se están revisando los pactos de los contratos firmados; un mundo en el que es normal (un futbolista) que no se cumplan los contratos y en el que el manifiesto incumplimiento de los contratos no conlleva consecuencias penalizadoras sino que se presenta como una posibilidad de mejora o una oportunidad; creo que educar a nuestros hijos en la idea de que los compromisos no deben cumplirse me parece un error que la sociedad pronto o tarde va a pagar.
Es imprescindible que respetemos los derechos de los demás, sea de propiedad, de igualdad y no discriminación, de libertad de información y también de honor y dignidad. Me temo que hoy en día se puede decir cualquier cosa de cualquier persona, faltando a su honorabilidad y a su dignidad y no trae consecuencias efectivas; cuando el Juzgado nos da una reparación la sociedad ya no sabe de qué le hablamos.
He elegido el título porque me parece uno de los últimos ejemplos públicos de falta de credibilidad y burla a la sociedad, en definitiva una veleta que gira según sopla el viento; no voy a citar a la persona que negó antes que cantase el gallo tres veces a Pedro y ahora niega a Patxi para volver a los brazos de Pedro. Esa persona en ese mundo sin compromisos aún no ha exigido, a pesar de las evidencias, la dimisión de su amiga del alma al frente del IBAVI. Que pasen un buen día.