En canal
sábado 29 de abril de 2017, 10:38h
No pasa semana en la que no aflore alguna corruptela o amaño en el entorno de la política. Demostrar el origen ilegal de muchos de los bienes o actuaciones identificadas como potencialmente ilícitas no resulta fácil ni rápido. El imperio de la ley choca a menudo con el “poderío” de la ley del silencio. Pero no solo la “omertá” y sus sofisticados mecanismos de coacción tienen efecto paralizante. El hermetismo y la agilidad que acompaña las operaciones económicas realizadas en los paraísos fiscales se han comportado como un muro inexpugnable. Todo ello sin menospreciar la influencia de la telaraña administrativa de origen clientelar que se ha instalado en algunas administraciones públicas con la colaboración tácita o expresa de altos funcionarios.
Solo la confluencia astral puede explicar que muchos de los procedimientos que estaban en un aparente callejón sin salida se han desencallado al unísono. De forma explosiva. La semana ha sido de colapso y de impacto colectivo.
Muchas son las razones que se han tenido que alinear. Los cuerpos policiales son cada vez más expertos en sus instrucciones. La justicia ha explorado espacios en los que hasta la fecha había transitado con dificultad. Las tecnologías de la comunicación dejan huellas que el paso del tiempo no borra ni disimula. La capacidad y la competitividad entre los medios es cada vez mayor mientras el parlamento se retuerce sin mayorías hegemónicas.
La cruda realidad muestra que expresidentes autonómicos de comunidades que implican a más de la mitad de la población del país se han dado de bruces con la justicia por corrupción de alto standing. El clan de los Pujol se ha topado con el primer ingreso en prisión. Manuel Chaves y José Antonio Griñán al banquillo junto a otros 20 ex altos cargos andaluces. Ignacio González y familia a prisión sin fianza acusados de flagrante corrupción y saqueo de fondos públicos.
Los papeles de Panamá, el país del canal y la malversación desde el Canal de Isabel II han sido trascendentales; en el momento en el que Albert Boadella vuelve a los Teatros del Canal para representar “El Sermón del Bufón”, monólogo que se inicia, hace 35 años, denunciando desde la libertad y la osadía, sin perder la gracia y sin salirse del humor, el expolio del expresident.
Semana que se adereza con la impactante caricatura de un denostado Maduro, en plena lucha fratricida con su pueblo, dando apoyo internacional al proceso de secesión de catalán. De verdadero impacto. La realidad, siempre llega más lejos que la propia imaginación, sin ninguna duda.