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Viven en este mundo

Por José Luis Mateo
jueves 27 de octubre de 2016, 04:00h

Es asombroso comprobar cómo pasa el tiempo. De repente, como por arte de magia, un día te encuentras con que tus hijos te preguntan sobre alguna de las noticias que acaban de ver en la televisión y, en cuestión de segundos, se suscitan multitud de interrogantes. Con niños que rondan los diez años de edad y viven sin más preocupaciones que las estrictamente necesarias, disfrutando de cada segundo, uno se plantea hasta qué punto debemos ir revelando los conflictos, los problemas, los dramas y las grandes miserias que nos rodean en nuestro mundo globalizado. Ya nos ha resultado complicado explicarles que llevamos cerca de un año sin gobierno…como para tratar de hacerles entender que existen, no tan lejos, territorios que viven instalados en un estado de guerra permanente o que, contando con todos los medios materiales imprescindibles para llevar una vida sana y ordenada, existen miles de personas sin hogar, sin comida, sin país, malviviendo en la más extrema pobreza.

Pues bien, sin que se haya tratado como un asunto de Estado y de forma muy natural, en casa hemos optado por ver y escuchar las noticias todos juntos, pero contando con la inestimable ayuda de la tecnología. Efectivamente, después de cenar, y mientras nuestros hijos aprovechan para disfrutar de unos minutos de electrónica en vena, seguimos el repaso de la actualidad a través de las diversas crónicas diarias y aprovechamos para reclamar su atención sobre aquellos temas que creemos pueden resultar interesantes, que pueden generar debate o, cuando menos, pueden hacerles reflexionar. En este sentido, no diré que aplicamos esta iniciativa al pie de la letra pues, en determinadas ocasiones, nos vemos obligados a cambiar de canal porque, como padres, no podemos ni debemos olvidar que son niños…y evitamos determinadas imágenes, algunas secuencias y según qué noticias, duras en exceso. En cualquier caso, sí que tratamos de dar respuesta a las inquietudes y a las preguntas (en algún caso más que certeras y consiguiendo ponernos en algún que otro aprieto) de dos personitas que se saben parte de este mundo y empiezan a percibir que no pueden permanecer al margen de todas estas situaciones que se presentan día a día.

Pero lo que en más de una ocasión nos ha llamado poderosamente la atención es que, una vez acostadas las tropas, mi santa esposa y yo nos hemos sorprendido comentando los puntos de vista de nuestros hijos y concluyendo que podría llegar a solucionarse asuntos muy importantes de la manera más simple, si todos nos aplicáramos esas verdades como puños que en muchas ocasiones nos comentan los más pequeños con la mayor naturalidad y la más hermosa ingenuidad. Y es ahí cuando uno se reafirma en lo acertado de las palabras del profesor Leopoldo Abadía cuando señaló que “no paramos de preguntarnos qué mundo dejaremos a nuestro hijos, cuando la cuestión es qué hijos dejamos a este mundo“. Efectivamente. De hecho, es que si nos ponemos a pensar en el escenario que les estamos preparando, francamente, ¡es para echarse a temblar! Por tanto, centrémonos, y como muy bien señala el también profesor y formador Víctor Küppers, tomemos consciencia de que “lo más importante es que lo más importante sea lo más importante”. Porque no creo que se trate de hacer hercúleos esfuerzos intentado preparar a nuestros hijos para afrontar todo el conjunto de vicisitudes y acontecimientos varios que van a sucederse en sus vidas, sino en formarles como personas. No creo que debamos ayudarles a construir corazas, barreras, escudos y defensas, sino cimientos sólidos a partir de los cuales puedan tomar las mejores decisiones sean cuales sean las circunstancias: queremos que distingan el bien del mal, que sean generosos, que empaticen y piensen en los demás y que sepan que existen límites. Porque “lo más importante” son ellos. Ellos viven en este mundo y la manera en que continúen con el legado recibido depende, ni más ni menos, de la educación y de la formación que hayan recibido. ¡Qué maravillosas palabras! Con una buena educación y una excelente formación el resultado será necesariamente positivo. Después de todo, se trata de eso. Todos queremos lo mismo: estar con buena gente y convivir y trabajar junto a buenas personas. No hay más secretos.

Y sí…todo esto parece muy sencillo escrito negro sobre blanco un bonito día de otoño en que, por cierto, parece garantizarse una mínima y más que esperada gobernabilidad en nuestro país. Pero no lo es. De hecho, nadie dijo que fuera fácil, pero todos somos bien conscientes de que el esfuerzo merecerá la pena.

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