Bueno, ya está. No fue tan difícil llegar a un acuerdo,“hombres de poca fe”. Ahora, a votar a Rajoy en la segunda tanda o en la primera, qué más da. De todas maneras, el voto al Partido Popular llega tarde y un poco malamente. Hubiese sido mejor y menos traumático para el “cuerpo social,”haber votado a Rajoy hace un año. Ha tenido que ser Susanita, la del feudo socialista de toda la vida, quien con su donaire, su gracia y alegría, que no se puede aguanta, recogiera la bandera del capullo y, cual resucitado Felipe, dar el golpe de gracia a Pedrito, mandarlo a recoger sus cosas y que se perdiera unos días por Miami Beach. En menos de veinticuatro horas puso de acuerdo, eso parece, a barones y condesas “socialistas” de España y casi de Catalunya. Así las cosas, el Rey puede concluir cuando quiera la ronda de contactos porque, la suerte está echada, ya hay caballo ganador: Rajoy volverá a ponerse la corona, gracias a las bondades del Psoe o de los “razonablemente socialistas”, que votarán la investidura del Presidente Rajoy.
De todas formas, parece que en el ramo de rosas rojas que el Partido Socialista Obrero Español le entregará el Sábado 29 al Partido Popular faltarán algunos capullos, entiéndase, rosas rojas, que siguen sin querer participar en este concierto del coro de voces mixtas, en el que por supuesto, cabrían más barítonos, sopranos, tenores, bajos y otros tantos percusionistas pero algunos ya han anunciado que se tiran al monte y bajarán sólo para hacer de moscas cojoneras en el Salón de Sesiones y en la calle. Actuación, que esperamos que los nuevos sociolistos no vayan a copiar.
Van a votar Partido Popular y es de suponer que no pondrán piedras en el camino del Ejecutivo, ni barrotes en las ruedas que impidan el avance. Por otra parte se supone, que los “Hernandos” de cada formación, habrán atado cabos y afrontarán juntos los problemas y soluciones que la sociedad demanda urgentemente. Si no es así, mejor que se queden calladitos y quietos como muertos en sus escaños socialistas y a esperar la resurrección, que puede llegar o no, en unas próximas elecciones donde los simpatizantes les pondrán en su sitio.