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Límites pro y contra independencia

Por Joana Maria Borrás
domingo 09 de octubre de 2016, 04:00h

A ver si me explico. Si dependiera de mi, autorizaría no sólo la consulta o referéndum sobre la independencia en Catalunya, sino en todas las CCAA. No sólo lo autorizaría sino que lo facilitaría incluso. En igualdad de condiciones para todas ellas, en el marco de un proceso democrático y libre, en el que todos los ciudadanos pudieran pronunciarse y decidir, si desean que su respectiva CCAA se convierta en un Estado independiente del de España.


Dicho así, a saco, parece absurdo y surrealista, lo sé. Ello no obstante estoy convencida, que un proceso de consultas abierto, legalizado, que pusiera a disposición del electorado toda la información relativa a los pros y los contras de su toma de decisión, acabaría sin más, generando un NO rotundo, al cualquier proceso independentista, incluido el catalán.


Catalunya se divide y fractura internamente porque se alimenta su odio hacia España, con posicionamientos extremos, antidemocráticos, dictatoriales, y carentes de respeto por la libertad de expresión.


En la derecha y centro de este País hacen falta políticos de talla, a quienes no les amilane el grito de independencia coreado en Catalunya. El ataque irracional al independentismo catalán es fruto del miedo y de la cobardía de quien no se atreve, más bien no sabe, empatizar con el resto del mundo.
Entre ese ataque irracional y la connivencia independentista, media un océano que permitiría maniobrar a quien supiera y quisiera, para evitar un conflicto social de mayores proporciones.


No me cansaré jamás de repetir, que ningún País, ninguna bandera, ninguna lengua, ninguna frontera, justifican atentados contra la libertad y contra la integridad física o psíquica de las personas.


Es responsabilidad de quienes ahora están al mando (léase futuro Gobierno de España y actual Gobierno en Catalunya), de no permitir que este conflicto vaya a más y tenga consecuencias de las que tengamos que avergonzarnos todos algún día.


Puede, que quienes están al frente de esos Gobiernos controlen sus impulsos más primarios, pero deben ser conscientes que no todas las personas que, arengadas por sus discursos, les seguirán ciegamente hasta no se sabe dónde, podrán hacer lo mismo, porque no todo el mundo tiene los mismos recursos ni ha recibido la misma formación.


Ellos serán responsables, no del resultado político final de la contienda, sino del daño moral, psicológico, y físico que causen, a los ciudadanos que, en pro de uno y otro bando, abanderen sus respectivas causas más allá de lo razonable.


Por eso preferiría esa autorización de consultas generalizadas, garantes de la seguridad de todos, garantes de una información abierta y global sobre las consecuencias que el independentismo puede acarrear ¿Cómo es posible, a estas alturas, que no se den cuenta de que la única manera de llegar a la ciudadanía es con información y no con prohibiciones?


Es una lástima que el positivismo jurídico que ahora permite al Tribunal Constitucional criminalizar a los amotinados en el Parlament de Catalunya, no permita (aún siendo posible), autorizar “Consultas” en un País que debería ser moderno y ejemplo de libertades, para ser un País del que enorgullecernos.

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