Que no me clasifiquen

Nunca he acabado de entender, ese empeño de la mayoría, de clasificar a las personas, políticamente hablando, en tres bandos: derecha, izquierda o centro.

Parece que a algunos les interesa que sea fácil esa clasificación, de tal forma que, si en algún momento de tu vida, no eres capaz de decidirte por una de esas tres opciones, ya entras directamente en la categoría de ignorante o de “veleta”, que es el calificativo típico utilizado por los manipuladores, para amedrentar a cualquier atrevido que ose romper el esquema preestablecido.

Lo más sorprendente de la situación es que, a la mayoría absoluta de los ciudadanos de este País (o Países en reivindicación), les gustaría poder votar a las personas y no a los Partidos.

Pero claro, si eso sucediera, los inútiles, manipuladores, cicateros, no entrarían a formar parte del Gobierno y perderían el control de sus Partidos.

Hace más de treinta años que puedo votar y siempre he optado por votar las opciones menos extremistas en cada momento. Me da igual si eran de derecha o de izquierda, porque ha habido buenos líderes y pésimos dictadores en ambos bandos. Los extremos no son aconsejables, cuando se trata de ser prácticos. No me avergüenza pues reconocer que debo ser la “veleta” que esos manipuladores mencionan, como el que menta al lobo cuando no quiere que otros salgan al patio.

Quizás deberíamos comenzar a replantearnos el sistema desde la base, es decir, nosotros los ciudadanos de a pié, podríamos comenzar por ignorar las consignas: derecha, izquierda, centro; y comenzar a reivindicar una libertad de voto basada en la credibilidad de las personas que forman una lista y no en el membrete o las siglas que aparezcan en la parte superior de la misma.

Quizás de esta forma los Partidos se decidieran a trabajar más la composición de esas listas, obligándoles a invertir el sistema y en lugar de colocar a algunos inútiles en cada una de ellas (por exigencias del guión), acabarían colocando a personas que de verdad supieran gestionar las áreas encomendadas a su Gobierno.

No me importa romper esquemas en este sentido. Si vamos a unas terceras elecciones, volveré a optar por lo que me indique el sentido común. Y a mi por favor, no me clasifiquen..