Rosa Díez abandona la formación política que ella misma alumbró. Lo hace tras el veredicto de las urnas que el 20 de diciembre dieron la espalda a la formación magenta que una vez pareció ser la fuerza que había de romper con el bipartidismo de PP y PSOE a nivel nacional. La lástima es que la veterana política abogue por la disolución de UPyD sin el menor atisbo de autocrítica. Su legendaria soberbia no la abandona ni siquiera en el momento de certificar la defunción de un proyecto político que pese a sus buenas intenciones ha acabado fracasando por los errores de sus líderes, Díaz la primera. Su persistente negativa a toda aproximación con el partido de Albert Rivera, Ciudadanos, sin ninguna explicación lógica y comprensible, ha sido la causa determinante de que los votantes hayan castigado tan severamente a Unión, Progreso y Democracia.
En política los errores se pagan muy caros
Percibida como una formación monotemática con el asunto de la lengua y con propuestas estrambóticas de liquidación de las instituciones de autogobierno, tanto insulares como locales, sus resultados en las elecciones autonómicas y municipales nunca le permitieron superar la irrelevancia política. Un triste final que únicamente tiene como responsables a sus propios dirigentes, sin que quepan teorías conspiratorias ni ficticios contubernios. En política los errores se pagan muy caros y cuando los ciudadanos no respaldan un proyecto como el de UPyD, tan similar al de Ciudadanos, que ha logrado 40 escaños en el Congreso de los Diputados, no cabe hablar de mala suerte, sino de errores y desaciertos que han culminado en este fúnebre final.
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