Desde hace tiempo se sabe que el estado de ánimo sesga nuestros juicios y percepciones, pero este efecto generalmente ha sido considerado como irracional o desventajoso. Una nueva teoría publicada este martes en ‘Trends in Cognitive Sciences’ sostiene que el humor se basa en las experiencias y puede, de hecho, ayudar a adaptarnos rápidamente a los cambios en nuestro entorno. Por ejemplo, experimentar ganancias inesperadas en el mercado de valores debe mejorar el estado de ánimo de un inversor. Ese estado de ánimo positivo puede entonces hacer que el ‘broker’ tome más riesgos, en esencia ayudarle a adaptarse más rápidamente a un mercado que está generalmente en crecimiento.
Según la nueva teoría, como las personas aprenden de las experiencias que están influidas por su estado de ánimo, sus expectativas reflejan no sólo la recompensa asociada a cada estado en particular, sino también cambios recientes en la disponibilidad general de recompensa en su entorno. De esta manera, el estado de ánimo permite el aprendizaje teniendo en cuenta el impacto de los factores ambientales generales. “Este efecto del estado de ánimo debe ser útil cuando diferentes fuentes de recompensa están interconectadas o tienen un impulso subyacente”, plantea uno de los autores principales del estudio, Eran Eldar, del University College de Londres, en Reino Unido.
“Eso puede ser a menudo lo que sucede en lo natural, así como en el mundo moderno, de forma que los éxitos en la adquisición de habilidades, recursos materiales, estatus social e, incluso, las parejas pueden afectar a los otros”, añade. Eldar y sus colegas señalan que los estados de ánimo positivos o negativos maximizan su utilidad y se mantienen sólo hasta que las expectativas están totalmente de acuerdo con los cambios en las recompensas. Quizá por eso la felicidad finalmente vuelve a un nivel básico, incluso después de cambios altamente significativos en las circunstancias, como ganar la lotería.