Revilla

“Es injusto y mezquino ir a por un ciudadano sabiendo que al rey no le podemos hacer nada”. Esto ha dicho Revilla después de que el emérito le haya reclamado rectificar por unas supuestas injurias. Revilla es un populista demagogo que se pasea por las televisiones para analizar al país desde su posición oportunista. Revilla ya no es nada, por eso se define como ciudadano de a pie, y, por tanto, en inferioridad de condiciones.

La inviolabilidad del anterior Jefe del Estado ya no es tal, y es otro ciudadano más que tiene derecho a defenderse del pimpampum al que lo someten las audiencias de personajillos como este cántabro arrogante que reparte verdades por los platós. Revilla no es un ciudadano cualquiera desde el momento que usa las plataformas de la comunicación para emitir sus opiniones. Lo que dice Revilla no está dicho en la barra de un bar, sino que goza de la difusión que le ofrece el morbo nacional. De esta manera está sujeto a la exigencia de reparación de sus desmanes.

Ahora volveremos a discutir sobre la libertad de expresión, pero lo cierto es que, por más que se empeñe en ofrecerse como víctima, en este caso es la actuación desmedida e insultante de un ciudadano contra otro, por más vituperado que esté el otro. El emérito nos llevó a la Transición, pero la Transición hoy es un papel tirado y pisoteado a las puertas del Congreso que aprobó la Constitución de 1978. Esta realidad no le otorga la razón a Revilla para hacer lo que hace.

En España sobran unos cuantos payasos como él, sobrepasados de ego, de populismo y de demagogia. Ahora se abrirá un debate sobre el derecho a calumniar y a insultar y en este asunto se alinearán los partidarios de siempre, como si el ser republicano consistiera en renunciar al marco legal que nos obliga. De momento no existe otro y para cambiarlo no hay números suficientes, a pesar de que alguien crea que es posible. De cualquier forma, repaso la historia de España y encuentro que las cosas se repiten y que no existe una memoria, ni histórica ni democrática, que lo pueda impedir. Hoy toca Revilla, mañana será otro. Personajes no faltan en este país de farándula que se niega a cambiar, a pesar de los pesares, frase que le robo a Goytisolo.