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La crisis de las gallinas

Por Julio Fajardo Sánchez
martes 18 de febrero de 2025, 12:44h

Todavía quedan dos meses para celebrar el día internacional de la gallina, que es el 4 de mayo. Espero que para ese momento se hayan recuperado de la gripe aviar y se alivie el problema de huevos que sufre EEUU. Habría que recomendar los versos del gran Evenanceo que decía: “Ven gallina advenediza; ven a ponerlos aquí deprisa”.

Los huevos de Trump y las criptomonedas de Milei son las noticias de una jornada que se ensombrece por la perreta de algunos países al no haber sido invitados por Macron a la reunión de París, y de otros por no estar en Arabia Saudí arreglando los destinos del mundo. Lo que no se puede decir es que no le estén poniendo huevos a la cosa. Es difícil hacer una tortilla con 27 unidades y esto tiene soliviantado al gallinero. Las redes sociales hablan poco de esto porque los usuarios descienden a cosas menores y porque no entienden de los tejemanejes de la alta política. Eso es más de las editoriales de los periódicos.

En París se ha discutido sobre el envío de soldados a Ucrania para garantizar una paz que ya se da por sentada. No todos están de acuerdo. Por ejemplo, el laborista Starmer muestra su disposición y Sánchez dice que no es el momento. No sé quién tiene razón. Pongamos que cada uno tiene las suyas para decir lo que dice. Europa intenta plantar cara al ninguneo ofreciendo una imagen de escasa unanimidad. Mientras tanto, los huevos suben de precio en los supermercados de Nueva York y los inversores de la bolsa de ficción pierden unos cuantos millones en unas horas. Las gallinas volucrinas de Finnegans Wake, de Joyce, reaparecen para desbaratar los mercados.

En el mundo hay 20.000 millones de gallinas, casi 3 por cada habitante, y se sacrifican unos 6.000 millones al año, equivalente a tres cuartos de gallina por habitante, lo que da para menos de una croqueta al día. Si hablamos de huevos, hay 74 millones de toneladas de ellos cada año, que se reparten en bizcochos, tortillas, helados, mayonesas, natillas y otras cosas. Puestos así, una alteración en la producción de estas materias primas es un asunto alarmante. Quizá por eso la prensa llama hoy la atención sobre la peste aviar americana equiparándola a la crisis que provoca la paz de Ucrania. La cuestión es que hablar de paz inquieta bastante más que hablar de guerra, cuando lo que nos debería preocupar es lo de los huevos, que eran los ingredientes básicos del flan Dhul, de Ruiz Mateos.

En Europa existe un buenismo que propone devolverle las puestas a las gallinas. Y yo me pregunto qué irían a hacer ellas con tantos huevos. Hay un mundo que se reproduce a gran velocidad ayudado por las incubadoras. Vive en paralelo con el de la diversidad y el pluralismo. Quizá ahí se encuentra el veneno que nos amenaza. Sentar a 27 en una mesa, en la que dos van a decidir, es demasiado. El mundo se reparte entre EEUU, Rusia y China. Un país con bipartidismo y otros dos gobernados por bloques monolíticos. Quizá nuestros problemas internos provengan de esa superabundancia de ideologías, algo tan disperso como las múltiples opciones del género o como los miles de millones de gallinas que pueden enfermar de un día para otro.

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