No, no es la primera vez que un Gobierno de Pedro Sánchez se compromete con Estados Unidos para acoger inmigrantes “no proscritos”, principalmente de países latinoamericanos. Esta iniciativa comenzó en la Cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles en junio de 2022 y se consolidó en la de Chile en 2023.
Les redactaba en mayo 2023, el sorprendente e inesperado compromiso obtenido por Sánchez procedente de Biden, en lo que podría calificarse de “alarde de brujería política” obteniendo un inesperado “Quid pro Quo”, el cual define la RAE, como principio que implica una compensación equivalente por algo recibido.
Sorprendente, poque las relaciones entre el Gobierno socialista y la Administración estadounidense han estado marcadas, más que por “altibajos”, por una sucesión de "bajibajos" —permítase la licencia—. En muchas ocasiones, han atravesado largos periodos de incomprensión y desencuentros que han llegado incluso a menospreciar las soberanías nacionales.
La alta política ha evidenciado que en EE.UU. el socialismo es visto como una especie de “comunismo light”, una percepción que se agrava con la presencia de otros socios gubernamentales que disfrazan de pacifismo lo que en realidad es una agenda ideológica marcada.
En resumen, la sintonía entre un gobierno socialista y el estadounidense resulta casi imposible a la hora de cerrar o coordinar agendas políticas y migratorias.
Sin embargo, han existido excepciones como la suscitada en la última reunión entre Sánchez y Biden, el Gobierno español propuso duplicar las vías legales para trabajadores hondureños dentro de los programas circulares de migración en España.
No obstante, según informó el diario ABC el 5 de enero de 2024, hubo confusiones respecto a las cifras y nacionalidades de los beneficiados. Finalmente, según la Administración Biden, los acogidos bajo estas condiciones fueron 281 refugiados de Venezuela y Nicaragua, sin que esto interfiriera con la llegada de otros colectivos.
Mientras tanto, las noticias sobre deportaciones masivas que afectan a la comunidad hispana en EE.UU. siguen en aumento.
Quizás España, con la nueva Administración USA, debería sugerir e intentar un nuevo “quid pro quo” que beneficie a ambas partes, incluso si el principio supone ciertos costes políticos, lo que podría traducirse en acuerdos migratorios más equilibrados.
Por último, como en otras ocasiones he manifestado, mantengo un escepticismo crítico hacia la clase política, sin distinción de signo ideológico. En la legislatura anterior expresé mis desacuerdos con el Gobierno del momento.
En cuanto a los nacionalismos extremos como el de Trump y sus consecuencias económicas, estos no dejan de ser una estrategia electoral pasajera, orientada a captar el voto de una base que espera, paradójicamente, beneficiarse de una mano de obra inmigrante más barata.
El tiempo lo dirá, pero mientras tanto, no queda otra que gestionar la realidad de EE. UU con pragmatismo y continuar intentando nuevos acercamientos.
BBC NEWS