Enric Juliana escribe que Sánchez está empezando a irse. Luego dice que le conoció hace años, cuando solo era concejal en el Ayuntamiento de Madrid y le dio un tarjeta para que lo llamara y no lo llamó. Después volvieron a coincidir en la presentación de un libro y le volvió a dar otra tarjeta. Esto demuestra que más que resistente era persistente, como quedó demostrado en el acoso infructuoso al que sometió a Biden, hasta que consiguió abrazarlo en la reunión de la OTAN, con el museo del Prado y Velázquez de fondo.
No se puede decir que Sánchez no logre lo que pretenda. Tardará más o menos tiempo, pero, al final llega a la meta que se propuso. En los seis años que lleva en el Gobierno ha sorteado todas las dificultades. Unos dicen que destroza España y otros que la libra del facherío, pero lo cierto es que sigue y es capaz de inventar una salida de compromiso en las situaciones adversas, que son muchas. En lo que casi todos coinciden es en que esto no puede durar mucho tiempo, que la incertidumbre no debe pasar de una etapa de provisionalidad, pero los analistas de la profundidad de las cosas advierten de que esta es la nueva manera de entender la política, que en la improvisación y en dar la respuesta necesaria en cada oportunidad, están condensadas las nuevas formas del maquiavelismo.
Lo que habría que ver es si Maquiavelo es compatible con la democracia. Claro que entonces surge la pregunta inmediata. ¿A qué democracia te refieres? Porque la democracia se ha convertido en un término interpretable en función de la ideología, como la educación, la justicia, la igualdad, la economía y hasta la paz, que algunas veces es justificable y otras no, en función de quien la proponga. Juliana hace un retrato de Sánchez repartiendo tarjetas, haciéndose un sitio en la política con una falsa apariencia de moderación. Recuerdo verlo en El Cascabel, de Antonio Jiménez, donde solía acudir con Cepeda. Un buen sitio para promocionarse entre el electorado de derechas.
También dice el periodista catalán que la llamada a la resistencia en Sevilla es un signo de que anda preparando su salida. Esto parece verosímil si se tienen en cuenta sus alusiones a una Europa que está reclamando su presencia imprescindible. Todo lo dicho puede ser verdad. Incluso que ahora le toque el tiempo de las vacas flacas, con lo que se nos viene encima desde EEUU, las elecciones alemanas y la crisis francesa, con el añadido de la derecha de la motosierra en Argentina. Puede que piense en un retiro dorado, para el que ha adelantado el envío de Nadia Calviño y de Teresa Ribera. Lo que hay que preguntarse es a cambió de qué. ¿Qué hará entonces esa masa que lo aclamaba el domingo en Sevilla? ¿Habrá alguien que piense que está proyectando abandonarlos y dejar al partido hecho unos zorros? No lo creo. Al menos Juliana no lo dice. Pero, aunque no lo diga Juliana, entra dentro de lo posible.