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La vida en un sueño

Por Julio Fajardo Sánchez
miércoles 27 de noviembre de 2024, 11:24h

Mientras Jesús dormía placenteramente las aguas del mar de Tiberíades se agitaban por una tormenta y los apóstoles estaban inquietos temiendo que la barca fuera a zozobrar. Al contrario ocurrió en el jardín de Getsemaní, cuando ellos dormían después de la cena del Pesaj y Jesús sufría viendo pasar el cáliz de su pasión sin que nadie lo acompañara.

Todos los medios califican a esta semana como tormentosa, y así debe ser si tenemos en cuenta los acontecimientos que se precipitan, como una avalancha, sobre el Gobierno. La declaración de Aldama ante el juez y el caso de Lobato registrando en un notario una conversación comprometedora son la prueba. Este calvario lo resume La Vanguardia en un artículo titulado: “La dana, la dama y Aldama”, donde vincula a Valencia con Begoña y con la cantata (“menuda inventada”) de un delincuente condecorado por la Guardia Civil. Lo de Lobato pertenece a un fleco colateral que proviene de una campaña obsesiva iniciada hace años contra la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Todo va a terminar en el Congreso de Sevilla, en el que la gloria acabará por borrar las inquietudes de los que permanecen en vela mientras los otros duermen. Si el jefe está tranquilo, nosotros también, y si él es capaz de andar sobre las aguas le seguiremos aunque corramos el riesgo de ahogarnos por no disponer de las mismas magias. Cuando parece que la nave está a punto de hundirse se renuevan las promesas de un futuro de gozo más allá de las fronteras de lo real. Por eso ha dicho en una fiesta de sindicalistas que no solo le quedan tres años, sino muchos más, infinitos, como corresponde a un reino que no es de este mundo, donde se roza y confunde lo humano con lo divino.

No pasa nada. La versión oficial, recogida por El País, es que los jueces le dan la razón a los delincuentes. En el caso Koldo, a Aldama, y en el caso Ayuso-Lobato, a un defraudador confeso. Pero no todos los jueces son iguales. Mientras unos se dedican a entorpecer la labor de gobierno otros pretenden empapelar al emérito, intentando copar las primeras páginas de los periódicos. Es normal que cada uno despliegue sus estrategias para defenderse cuando el viento le sopla en contra, pero lo cierto es que el ambiente se resiente y la incertidumbre se acrecienta mientras aumenta el desinterés y la desconfianza por los asuntos políticos.

Las parroquias están cada vez más alejadas unas de otras y, lo que es peor, es mayor su distancia de la realidad. Es verdad que lo que nos rodea no ayuda, que en un mundo donde reina lo incierto es difícil hallar un camino que sea capaz de convencer a una mayoría estable. Jesús descansa aparentemente en la barca mientras los que le rodean le suplican que despierte y haga algo para evitar que se vaya a pique. Es uno más de sus golpes de efecto. El problema es que cuando le toque reflexionar en soledad, los otros estarán roques confiando en el milagro.

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