La historia de Kim Simmons es un inspirador testimonio de superación tras haber vivido un episodio de violencia de género. Su documental, “Free: salir es posible”, ha sido parte del Festival Insularia - Islas en Red, donde se ha compartido con mujeres que atraviesan experiencias similares en centros de apoyo. A través de su relato, Kim demuestra que la reconstrucción de la vida es posible y que los sueños pueden florecer incluso en los momentos más oscuros, brindando esperanza y una nueva perspectiva a quienes enfrentan adversidades.
Pregunta: Kim, ¿Cómo ha sido la acogida en los espacios de Insularia – Islas en Red donde has compartido tu experiencia?
Kim: Ha sido una acogida enorme. Nos han abierto las puertas para poder comunicar que se puede salir de la violencia de género. Ha sido muy especial estar con otras mujeres que también están luchando por salir adelante. Las horas pasaron volando, compartimos el documental y la conexión fue increíble. Ese sentimiento de “no estoy sola” nos une, aunque no sea positivo en sí mismo, nos ayuda a acercarnos.
Pregunta: ¿Qué has descubierto sobre ti misma en este proceso?
Kim: He descubierto mi vocación de ayudar a través de la música, de compartir experiencias. Intercambiar vivencias con alguien que ha pasado por lo mismo te ayuda a vivirlo de otra manera, te vas con más fuerzas al verte reflejada en la otra persona.
Pregunta: ¿Tienes alguna anécdota que te haya marcado?
Kim: Sí, había una señora que me abrazó al llegar. Era una mujer de más de setenta años que había logrado dar el paso después de 50 años de sufrimiento. Abrió su corazón y nos contó su historia. Solo hacía tres meses que había salido, y fue impactante ver cómo, a pesar de sus dificultades, sentía esa conexión conmigo. Me comento que ahora era “como si estuviera” viviendo, pero no es “como si estuviera”, es que, por fin, está viviendo.
Pregunta: ¿Cómo te ha influido la música en tu vida?
Kim: Siempre estuve cerca de la música por trabajo, pero empecé de manera más profesional cuando el productor y director, Kiko Castro, me tendió su mano. Yo sentía que no podría cumplir mi sueño debido a lo que llevaba detrás; era un lastre. Empecé a poner excusas para poder ir al estudio, pero mi sueño era irrenunciable. No quería perder la oportunidad de hacer lo que siempre había deseado.
Pregunta: ¿Cuál fue el momento decisivo que te llevó a cambiar tu situación?
Kim: A Kiko no le conté nada hasta meses después. Cuando él me dijo “o haces algo y denuncias o lo hago yo”, me hizo reflexionar. Sentí un clic y decidí que hasta aquí; no iba a continuar así. El miedo que me frenó se convirtió en lo que me impulsó. Quería vivir y ser feliz.
¿Cómo diste el paso?
Kim: No fue nada fácil. Rompí la relación, pero seguimos conviviendo una semana más. Al principio estuvo bien, pero luego salió el demonio que llevaba dentro. Una mañana encontré un cuchillo en la mesa de noche y supe que tenía que irme, que en cualquier momento podría pasar algo, así que huí. Fue hace casi seis años y fue muy duro; tenía mucho miedo, pero lo hice. Busqué toda la ayuda que nunca había solicitado, me respaldé con centros de atención y hablé sobre lo que había vivido. Pasas por muchos altibajos, especialmente bajos, porque el maltratador aún tiene poder sobre ti. Poco a poco, con ayuda psicológica, pierdes los miedos y encuentras seguridad.
¿Cómo te sentiste al estrenar el documental sobre tu historia?
Kim: Cuando estrené el documental, llegué a pensar que ojalá él estuviera allí para que se quedara en evidencia, por todo lo que me hizo pasar. Aún vivo con un dispositivo de seguridad, pero estoy en una nueva etapa, feliz y con un proyecto basado en la concienciación.
¿Qué significa para ti este nuevo proyecto musical?
Kim: Para mí, es un proyecto de vida. Puedo sacar un disco u otro, pero este es no perecedero porque habla de una realidad actual que puede ayudar a muchas personas. Las canciones están en un orden cronológico que refleja mi proceso, desde “No tengas miedo”, que marca la salida, hasta “Free”, que culmina con un grito de esperanza: “Soy libre y corro como el río, y no hay nadie que me pare”.
¿Cuál es el mensaje que deseas transmitir con tu música?
Kim: Lo que estamos compartiendo son instrucciones para vivir, para ser libres. Hablamos de ser supervivientes, pero no tenemos que sobrevivir; tenemos que vivir, respetándonos y de una manera igualitaria.
Ha sido una acogida enorme, nos han abierto las puertas para seguir comunicando que se puede salir de la violencia de genero. Ha sido muy especial porque hemos estado con más mujeres, compañeras que están en la lucha de salir adelante y ha sido un momento en el que se han pasado las horas sin enterarnos. Hemos compartido el documental y nadie se perdió detalle y hubo una conexión muy bonita. El compartir “no estoy sola” es algo que nos une, no es algo que sea positivo pero es algo que nos mantiene unidas y nos ayuda a acercarnos.
La vocación que he descubierto, el ayudar a través de la música y compartir experiencias. Una persona que ha vivido lo mismo que tú, con la que puedas intercambiar vivencias hace que te sientas de otra manera y que te vayas con más fuerzas, viéndote en la otra persona.
Había una señora que cuando llegué m abrazaba y se notaba que lo necesitaba. Una mujer que más de setenta años que había conseguido dar el paso después de 50 años sufriendo violencia de género. Y abrió su corazón a los que estábamos en la sala contándonos su historia. Solo hacía tres meses que había salido y las profesionales estaban muy sorprendidas porque le costaba mucho hablar, pero conmigo sintió esa conexión y fue muy especial. Una de las frases con las que me quedo de ellas es que comentaba que sentía como si estuviera viviendo y yo le dije, no, no es “como si estuvieras”, `estás viviendo´, por fin.
Yo siempre pude estar cerca de la música porque el fin era el trabajo pero cuando empecé de una manera más profesional, fui al estudio y Kiko vio que tenía potencial, yo sabía que no podía, que no me lo iban a permitir, lo que tenía detrás era un lastre, sabía que se iban a abrir conflictos. Entonces yo cuando empecé a ir más al estudio tenía que poner ciertas esxcusas y sentía que no iba a poder cumplir un sueño estando en esa situación. Pero mi sueño era irrenunciable porque es algo que he deseado siempre y no estaba dispuesta. He renunciado ha vivir tranquila a un sinvivir continuo, pero no quería renunciar a cumplir lo que siempre había deseado.
A Kiko no le conté nada hasta meses después, peor el que haya dicho o haces algo o lo hago yo, cuando vi la mano tendida me dio un click y dije: -hasta aquí, no voy a continuar así. El miedo que me frenó fue el que después me impulsó. El Yo quería vivir y vivir otra vida.
No es nada fácil. Rompí la relación y seguimos conviviendo una semana más nada más porque estuvo unos días bien y después salió el demonio que lleva dentro y de nuevo un sinvivir. Un de las mañanas encontré un cuchillo en la mesa de noche y supe que tenía que irme porque en cualquier momento podría pasar algo, y hui.
Hace casi seis años y fue muy duro, tenía mucho miedo pero lo hice. Cogí toda la ayuda que nunca había cogido, me respalde con los centros de atención y hablé. Vives muchos altibajos, sobre todo bajos porque el maltratador aún tiene mucho poder sobre ti, y poco a poco con ayuda psicológica pierdes los miedos y encuentras la seguridad, tanto que cuando estrené el documental llegue a pensar que ojala estuviera para que se quedara en evidencia, por todo lo que me hizo pasar. Aún vivo con el dispositivo de seguridad
Nueva etapa, feliz y con un proyecto basado en la concienciación
Para mí es un proyecto de vida, puedes sacar un disco u otro pero precisamente para mí este disco no es perecedero porque habla de una realidad actual y puede ayudar a muchas personas.
Las canciones están en un orden cronológico. La primera es el No tengas miedo que es la que marca la salida, pasando por varios temas de lo que vives como las amenazas, el acoso por whatsapp etc., la fase en la que después del proceso te empiezas a sentir con un poco más de fuerzas, te vas sintiendo mejor y hasta llegar a Free que es la última canción en la que culmina el proceso y es un grito a la esperanza: Soy libre y corro como el río y no hay nadie que me pare.
Lo que estamos compartiendo son instrucciones para vivir, para ser libre, habamos de ser supervivientes pero no tenemos que sobrevivir, tenemos que vivir, respetándonos, de una manera igualitaria.