El Tribunal Superior de Justicia de Madrid rechaza la querella de Sánchez contra el juez Peinado. La prensa se llena de comentarios de analistas, que saben más que los jueces, para defender todo lo que no coincide con los éxitos judiciales del Gobierno. Forman parte de los medios buenos, no de los que están al servicio de la fachosfera y solo producen bulos y enfangan. Aquí se está atentando todos los días contra la independencia del poder judicial, pero los que enfangan son los otros.
Los titulares coinciden con los argumentarios y a los fiscales se les imputa por decir la verdad, y entramos en una espiral donde la justicia es injusta, a pesar de que sus fallos se produzcan por unanimidad. Esta situación no nos deja bien a los ojos de los observadores internacionales, que también se convierten en fachas si no nos dan la razón. Es una situación insostenible para alguien que tenga un mínimo respeto por los principios democráticos, a menos que existan otros principios que estén por encima de esos.
Si es, como supongo, la abogacía del Estado quien ha interpuesto la querella, ha fracasado en su intento jurídico; y si no lo es, porque el presidente ha actuado como un ciudadano más, mal asunto que lo haga, porque el caso de su esposa, Begoña, no se puede desligar de su condición de presidente. Si no, no habría tráfico de influencias, al tratarse de una ciudadana cualquiera, casada con otro ciudadano cualquiera. El problema es que las querellas han descendido al nivel de los argumentarios y cada cual se saca de la manga su teoría para defender a los suyos, en contra del criterio de los jueces, esgrimiendo que nadie puede ser imputado por decir la verdad; y esta opinión la encabeza el propio ministro de Justicia y la siguen jueces, como Marlaska, que ya no se acuerda de los principios deontológicos que asumió cuando accedió a la judicatura.
Mal va la cosa, y lo peor es que va in crescendo sin que alguien la pueda detener. Desde el 23 J hemos ido de mal en peor, y esto no tiene visos de parar. Los corifeos dicen que todo marcha como un cohete, pero los ciudadanos no lo ven así. Al menos hay una mayoría entre la que me encuentro que no lo coincide con la versión oficial. Seguro que me llamaran desafecto por eso, y otras cosas peores, pero, qué le vamos a hacer, ya estamos acostumbrados. No le salen bien las cosas a los asesores de Moncloa. Mañana tendremos algo diferente para enterrar las malas noticias y cambiarlas por otras mejores. Así seguiremos hasta el final de la legislatura, con el manual de resistencia a cuestas, confiando en la baraka y contando con el apoyo de los amigos, que ahora están en Barcelona, en el World in progress, patrocinado por el grupo PRISA.
A pesar de todo no se trabaja sin red. Todos confían en que el asunto se resuelva cuando llegue a las manos de Conde Pumpido y le eche el agua bendita definitiva. Esto no marcha bien, y bien que siento el tener que decirlo.