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Hoy escribe Manuel Feria

Por Daniel Molini Dezotti
sábado 28 de septiembre de 2024, 06:00h

No hace mucho tiempo recibí una nota de un amigo con antecedentes de gran aforista, sustantivo que es bastante insuficiente para calificar su trayectoria vital.

Sin embargo, en el tema que nos ocupará hoy, podemos dejar sin corregir el encabezamiento del artículo, dedicado a una persona inteligente que crea aforismos bellos.

Su mensaje decía: “Querido amigo, a efectos de que mantengas una mínima lubricación intelectual, te adjunto una selección de mi más reciente labor aforística. Espero que, a su debido tiempo, aparezca en un nuevo libro, pero, mientras tanto, sacio la sed de mis lectores. Un abrazo y feliz verano.”

Lo firmaba Manolo, con un escueto nombre al que faltaba por lo menos un apellido, Feria, el mismo al que alguna vez, en este lugar, dediqué un comentario.

Por supuesto, mi respuesta, indubitablemente interesada, decía, tras el saludo de rigor. “¡Menuda selección! Me han encantado. Si me autorizas a usar alguno, me gustaría transcribirlos en el diario, de ese modo podré seguir disfrutándolos. Un abrazo y muchas gracias por tu generosidad.”

No mentía en mi juicio, me parecieron creaciones perfectas, de una precisión y belleza singular, que cumplían casi todas las reglas que definen a las voces bien logradas, esas que a pesar de su brevedad hacen pensar como tratados.

En uno de los que figuraban en las primeras posiciones de la lista exponía: “Somos la primera especie que contempla su extinción reflejada en el espejo de su soberbia.”

Contando las palabras, llegué al número 15, no podía creer que en menos de dos renglones dijese tanto o más que en muchas de mis columnas, que suelen ocupar más de un folio y casi 900 palabras. Lo sé porque las tengo medidas.

Acomplejado por las comparaciones, me dije, convenciéndome, ¿por qué no los traslado a todos y en vez de opinar que son originales, profundos, emocionantes, que parecen versos de poemas para ser aprendidos de memoria, me callo?

Y me callé, cuando se trata de no trabajar me convenzo rápido, así que, ya en silencio, dejé que hablase Manolo. Lo que no me permití fue clasificarlos, interrumpiendo mi actuación en este punto, asumiendo el riesgo de no poder justificar mi firma en el artículo.

Todo lo que sigue es suyo, me pereció poco elegante concluir nada. El límite en la transcripción fue el espacio, quedando algunos fuera de la selección.

Ojalá el lector consiga detenerse en cada punto, demorándose en lo que expresan y el modo en que lo hacen, haciendo abstracción de que lo que sigue no es la forma más convencional de ser presentados.

“La reflexión es un ave que anida en el aire.
Si nada nos une, todo nos separa.
Miente y recuerda; di la verdad y olvida.
Hoy en día, ser imparcial es casi suicida.
Nacemos libres y, poco a poco, llenamos nuestra vida de cerrojos. Al final, ¡qué más da quien tira las llaves!
¡Qué difícil es llegar lejos partiendo desde muy lejos!
El amor es, tal vez, la única evidencia de la existencia del alma.
Fue tal su empeño por ser inclusivo que acabó excluyéndose.
Tras el pecado original ya nunca más fue original pecar.
Si quieres ganar más, gana tiempo.
¿Evolución?: Primero erguirse y crear un Dios. Luego, postrarse y adorar la creación.
Soy inteligencia natural, algo que ya no se lleva.
En el momento de morir, todos tenemos la misma edad.
La Ciencia se debate entre el todo y la nada; parece que todo está estudiado, pero nada se sabe.
Las consecuencias de lo imposible siempre superan a las de lo posible.
El uso creciente de un lenguaje agresivo conducirá a la desaparición de la palabra, como herramienta de comunicación inteligente entre seres humanos. Así, tal vez, se cierre el círculo, de la caverna a la caverna.
Los vacíos son tanto más angustiosos cuantas más palabras se entierren en ellos.
La indefinición no paga réditos: A nadie le interesa conocer la probabilidad de que una moneda caiga de canto.
Sin expectativas, la esperanza es hueca. Sin esperanza, las expectativas son humo. Ambas nacen, viven y mueren al unísono.
Seré tu maestro cuando dejes de ser mi discípulo.
Todos nos equivocamos, pero solo el que cree tener razón persiste en el error.
Solo reconociendo lo que nos une, estaremos en condiciones de acordar sobre lo que nos separa.
Somos la única especie viva que cree en el fin del mundo.
Siempre estaremos a favor o en contra: ¡somos demasiado pequeños para ser equidistantes!
Si no tienes claro cuál es tu derecho y cuál tu deber, fíjate en el que pisotean.
Hermánate con un árbol y merecerás su sombra.
Morimos un poco cada día, pero nos angustia el momento en que no podamos morir más.
Frente a determinadas cuestiones comparto la ignorancia de los más grandes sabios.
Mal que nos pese, ¡el caos somos todos!”

El último por hoy, que quizás debí poner primero: “Degustar los aforismos como beben las gallinas, levantando la cabeza a cada sorbo.”

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