Méjico lindo y querido

La exclusión de Felipe VI de la toma de posesión de la presidenta de Méjico obedece a uno de esos residuos del antiguo republicanismo. España es un reino porque así lo dice la Constitución de 1978 y así debe de ser respetada en el ámbito internacional, diga lo que diga Sumar y las demás fuerzas que apoyan al Gobierno. Ante este desaire insoportable Moncloa ha decidido no asistir y el PP ha corrido a alinearse con su postura, que no comparte Yolanda Díaz. Cerrar filas en torno al rey es hacerlo también en torno a la Constitución.

No está mal que no estemos en un acto del que se nos excluye, donde, a buen seguro, se reunirán los Maduros y compañía que nos siguen tratando como el imperio agresor. Pero no nos engañemos, todo esto pone en evidencia una contradicción que se plasma en el sí pero no de las servidumbres a que conduce el pacto de investidura. Cuando nos toca posicionarnos ante una situación tan delicada como esta, hay que echar mano de los sondeos de Tezanos y hacer lo recomendable. Al rey ya lo han dejado tirado en las tomas de posesión de otros presidentes con los que no nos “ajuntábamos”, no tanto por las desmesuras de Óscar Puente como por los compromisos ideológicos con los sectores en que hoy se divide el mundo. En el caso de Argentina, ningún miembro del Consejo de Ministros se dignó acompañarle.

El Gobierno no irá a Méjico, pero eso no quita para que alguien lo haga a título personal, y no me refiero a Sumar o Podemos exclusivamente. A Zapatero, por ejemplo, le pondrán una falta sus amigos del grupo de Puebla si no va. O quizá lo haga en señal de buena voluntad para no romper los puentes de negociación en su función de facilitador. En fin, todo esto me suena a raro. Socialistas y populares cierran filas para defender al rey. Podrían hacerlo para aprobar los presupuestos, pero Feijóo asegura que para eso no le han llamado. Se limitan a echarle la culpa sin sentarse a dialogar, porque, por ahora, el diálogo está en Suiza, y demostrarle a Puigdemont que ya no es necesario sería contraproducente.

Ningún independentista se sumaría a un acto de protección a la corona, porque lo de ellos es quemar las fotos y los monigotes mientras sus posibles socios están por despenalizar las injurias al rey como un delito. Da igual lo que hagan en Méjico si al final estamos dispuestos a admitir que otros lo hagan en España. En este aspecto los mejicanos tienen razón. ¿Por qué ellos van a ser menos que los de Junts, los de ERC o los de Bildu? Quizá en Méjico se han ofendido con lo de Nacho Cano, la Malinche y los emigrantes irregulares que actúan en el musical. Ya no sé qué pensar.