Se insiste en que la iniciativa del PP de presentar una PNL para reconocer a González Urrutia es un ataque al Gobierno y un intento de dejarlo en minoría. No es esto. Si el PSOE quiere puede sumarse a la propuesta en lugar de considerarla una agresión política. Se argumenta que esto entorpecería una salida negociada, pero la pregunta es quién está negociando tal cosa y a quién se excluye de esa posibilidad. Que se sepa, el negociador es Zapatero, al que nadie, ni desde España ni desde la Unión Europea, ha encargado tal cosa. Como no sea en nombre del grupo de Puebla no se entiende lo que hace ahí. Según se deduce de las declaraciones del Gobierno, la solución está en manos de la izquierda. Es decir, es monopolio de los presidentes de Brasil, de Colombia, de Méjico y de Chile, y nadie más puede meter las narices en ese asunto. Difícil veo que una lucha planteada por Maduro entre la noble revolución bolivariana y el fascismo vaya a tener una solución favorable a estos últimos. Es lo que dice El País, pero El País ya se sabe en nombre de quien habla.
El argumento consiste en que Europa metió la pata reconociendo a Guaidó, pero el caso de Guaidó, siendo un asalto a los derechos democráticos por parte del Gobierno venezolano, no tiene nada que ver con el fraude electoral perpetrado por Maduro y reconocido por todas las democracias del mundo. Este sí pero no es lo que le priva de razón a Sánchez y a su ministro Albares. Anoche vi a Anasagasti, un vasco del PNV nacido en Caracas y con nacionalidad venezolana, y estuvo claro denunciando la situación. Las razones presentadas por Moncloa y defendidas torpemente por Patxi López no son convincentes. Tampoco es elegante que en un debate donde se va a tratar algo tan delicado como el robo fraudulento de un resultado electoral, no esté presente ningún miembro del Gobierno. Aquí estamos en la dilación, en el sine die, esperando la presentación de unas actas que todos saben que no existen. Para eso eliminamos la posibilidad de que intervenga la mayoría del mundo democrático y la supuesta salida negociada se produzca con quien negocia solo con una de las partes, sin saber en nombre de quién lo hace.
Sánchez podrá convencer a su parroquia, cada vez más exigua, pero al resto de los ciudadanos no. Además, en su posición heroica ya ha anunciado que no hará caso de lo que acuerde el Congreso, que está dispuesto a gobernar sin el concurso del legislativo. Es decir, al estilo Maduro, sin atender a lo que manifieste el órgano que representa a la soberanía nacional. Anasagasti dijo que no se está discutiendo entre izquierdas y derechas sino entre democracia y dictadura. No se puede condenar a un dictador con la boca pequeña y al mismo tiempo no reconocer al que ha ganado las elecciones siendo víctima de la manipulación y persecución más denigrante. Maduro es un ejemplo de lo que no se debe ser en política y hay alguien que lo está imitando a pasos agigantados. Hay una opinión, que no es la publicada, que está de acuerdo en que estamos ante uno de los atropellos más flagrantes que se le han hecho al sistema. Los acólitos de la prensa podrán decir misa, pero esa sensación no va a cambiar en la ciudadanía, a pesar de que los llamen fascistas a todos. Hay cosas que son imposibles de digerir. Hoy amanece la prensa amiga con un relato que no se traga nadie. Todavía están a tiempo de rectificar a lo largo de la mañana. Todos los españoles recuperaríamos algo de dignidad.