No hay nada mejor que darse un paseo por los periódicos de la mañana, los morgenblatter a los que Johan Strauss dedicó un hermoso vals. Me imagino sentado en un parque de Viena escuchando a la orquesta en un día que se anuncia luminoso. Hoy me alegra saber que María Branyas murió con toda su lucidez a los 117 años. Tenía 35 años más que yo, y más que Biden, y todavía no estaba para retirar. Quiero decir que vivía con la esperanza de ser feliz dando a los demás el consejo de que procuraran serlo. Junto a esto me tropiezo con el matrimonio Obama diciendo que Kamala Harris es su heredera política, la gran esperanza democrática. No es heredera de Biden, que se ha despedido diciendo que está en política desde los 30 años, en que fue elegido senador, que la ama mucho, pero más ama a su país. No le han dado tiempo a decir que su sucesora lo es en lo espiritual porque se le han adelantado los Obama, quizá haciendo referencia a la novedad que supuso la presidencia de lo racial en el país más importante del mundo. En fin, que Biden, aunque se trastocó un poco en el debate con Trump e hizo alguna carrerita de más, no estaba para tirar comparado con la señora Branyas.
Hoy no sé cómo mirar estas cosas y estas similitudes que me muestran los diarios mañaneros. Sergio del Molino titula su artículo diciendo que “Lo natural es ser un cretino”, que se usa más el yo que el tú, que el mundo se ha convertido en un soliloquio donde cada uno cuenta cómo le va sin interesarse en cómo le va a los demás. El yo empieza a notarse en el protagonismo de “la más grande” cuando dice: “yo, te amo con la fuerza de los mares, yo”, o en el “Despechá” del Motomami de Rosalía. El egoísmo imperante es propio del cretinismo en aumento imparable, según él, y en esto no me queda más remedio que darle la razón. Hablo con personas que están ávidas por relatarme sus desgracias o sus triunfos sin darme tiempo ni siquiera a preguntarles cómo les va. Es normal. Vivimos en un ambiente de sálvese quien pueda, ante la amenaza de ser destruidos por el cambio climático, por el Covid, por las inclemencias de un volcán o por la viruela del mono, que es de donde venimos todos, según Darwin, y a donde iremos, según Pierre Boulle, autor de “El planeta de los simios”.
El Morgenblatter de Strauss es un vals precioso; leer la prensa matutina no lo es tanto. Hay cuestiones insólitas que delatan que en verano los jefes de redacción están de vacaciones. Algunos artículos muestran similitudes poco recomendables, o al menos ponen en entredicho a la línea editorial. Luego me dirán que el malo soy yo que lo malinterpreto todo, como el psiquiatra que le mostraba dibujos al niño que solo veía guarradas en ellos. Uno dedicado a Maduro pone en la entradilla: “Ha convertido su ausencia de carisma en un talento. Dice y se desdice de cualquier manera y ante cualquier auditorio”. Sin comentarios.