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Candelaria, Candelaría

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 15 de agosto de 2024, 05:00h

La “Virgen de Agosto”, en tantísimos rincones, bajo advocaciones diferentes, porque cada creyente la acoge en su verdad concreta y en su realidad local, entre nosotros nos acerca a esta zona costera que conocemos como la Villa de Candelaria. Villa de las candelas, porque custodia el Santuario de la imagen de la Virgen de Candelaria, patrona de Canarias. Pudiera expresar cierto grado identitario, pero más allá de ello, es la ocasión de hacer fiesta porque la madre de Jesús es sentida como madre propia. Y esa condición filial evoca que no estamos solos y hay siempre un hogar al que volver. Hacer fiesta es ofrecer un hogar a otros en nuestra vida. No hay fiesta sin acogida. Y en esta mitad del mes de agosto, Candelaria es villa de acogida, de fiesta, porque reconocemos esa maternidad especial de María sobre nuestra identidad de isleños de las Canarias.

La posibilidad de ser madre, esa dimensión biológica, psicológica y social que toda mujer tiene como posibilidad, es algo precioso. Es importante recuperar la mirada a la maternidad como un tesoro y no como un límite que impide, lastra, resta, encoge el desarrollo biográfico de una mujer. Hemos de saber baremar la condición de madre. Siempre y en cualquier oposición. Eso sería de especial importancia social y una verdadera promoción de la mujer entre nosotros. No está bien que deban renunciar a la maternidad para no perder su sitio en esta sociedad tan competitiva. No está bien que sea un mero asunto femenino y no tengan la compañía y colaboración de los padres del todo y en todo. Sigue habiendo espacio aún para el progreso social.

Entre las innumerables definiciones de ser humano que existen, si hacemos un barrido por la historia de la atropología, una de las que más me gustan, por realista, concreta y existencial, es “(…) lo nacido de mujer”. Eso es un ser humano. Me la quiero apuntar y apuntalar. Nadie surge a la existencia sin haber atravesado el umbral del cuerpo de una mujer. Y olvidarlo es perder de vista que nacemos y vivimos vinculados a otros seres humanos de los que recibimos lo que somos en todos los sentidos del ser. ¿No les parece que, actualmente, sufrimos un exceso de desvinculación tal que nos autoconvencemos que nos damos el ser a nosotros mismos? Vivimos en esta aparente realidad habitando una verdadera mentira. Y olvidamos que una fiesta sin otros es una mera borrachera. El efecto de un narcótico autoproporcionado.

Candelaria es una ocasión de recuperación de nuestra humanidad verdadera. El reconocimiento de su maternidad y la nuestra, la de las nuestras, vinculándonos de esa manera tan impresionante y sintiéndonos todos “(…) nacidos de una mujer”. Hasta el mismo Dios se hizo hombre de esa extraordinaria manera, entendemos los cristianos. Y en la casa de mamá, todos los hijos caben, y todos tienen un espacio alrededor de la mesa. Incluso nos podemos llevar un Tuper para sentir que, incluso en nuestra mesa individual, algo de ella está presente.

Es poco que nos felicitemos en este día todos los canarios. Es poco que nos deseemos unas buenas fiestas y un disfrute compartido. Hoy quiero invitarme a felicitar a aquellas que nos han dado la posibilidad de ser autoconscientes de nuestra condición humana. A todas esas mujeres que hemos atravesado los canarios para ser quienes somos en esta tierra preciosa.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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