Los matones que mandan en Venezuela pretenden acallar a un pueblo que les ha dicho que no en las urnas. Parece que eso no es suficiente y es preciso que también lo exprese en la calle, exponiéndose a ser tiroteado o encarcelado. Esta es una muy mala imagen para la izquierda, que cuando asume el papel de la intolerancia se muestra más intolerante que nadie. Todavía en España hay quienes muestran su tibieza para denunciar estos comportamientos o los bendicen en otros casos, alineados con quienes los protegen a nivel internacional.
Esta es la conexión venezolana que tanto molestaba cuando desde cierta opinión se intentaba asimilar a ciertos grupos que se incorporaron a la acción de Gobierno. Ahora todos andamos sin careta y se puede llamar a las cosas por su nombre sin que te corran a gorrazos. Sin embargo, aún queda algo por extirpar si queremos que no nos comparen con ese régimen autoritario e intolerante, y es que dejemos de llamar fascistas a todos los que se oponen.
Hay una izquierda seria y comprometida en Sudamérica que no está de acuerdo con las políticas de Maduro: la de Petro, la de Bóric y la de Lula, que anteponen los principios democráticos a cualquier tentación totalitaria. Esta izquierda civilizada respeta al pueblo y a su voluntad y, cuando toca, implanta sus legítimas medidas de regeneración y de progreso. No intenta decir que después de ellos sólo está el caos, que no existe otra posibilidad que su acción salvadora, que lo demás está contaminado con el azufre del infierno.
Estamos asistiendo a la persistencia de un régimen muerto y putrefacto que intenta resistir gracias al matonismo. El problema es que todavía, escondido en el sistema democrático, hay un movimiento tibio que no se atreve a hacer la condena contundente de los hechos. Cualquier debilidad en este aspecto no hace otra cosa que afianzar por inacción la continuidad de los matones. Los matones existen en todos los ambientes. Los hay que montan a caballo, sacando pecho con sus chaquetas entalladas, los hay lanzando bravatas para imponer sus chantajes interesados, y los hay que se contonean exhibiendo sus capacidades para resistir a cualquier temporal. De todos esos líbrenos Dios.