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¿En quién puedo confiar?

jueves 11 de julio de 2024, 09:00h

Esta semana tuve un percance con mi vehículo, en plena vía cintura comenzó a perder agua y el piloto saltó, justo a tiempo de que se rompiera la junta de la culata del coche.

Tuve la fortuna de que acudió un buen gruista que me ayudó a repararlo momentáneamente.

Pero ahí llegó el calvario, teniendo que encontrar un taller de confianza que pudiera atenderme en pleno mes de julio en Mallorca.

A todos los lugares a los que llamaban me daban largas diciéndome que era imposible poder atenderme.

Al final tras 10 talleres conseguí uno que parecía tener hueco para hacerlo, ya que al que lo llevaba habitualmente, se acababa de jubilar y me dijo que ya no podía cogerme el vehículo.

Y así lo hice, lo llevé allí para que pudieran repararlo.

Cual fue mi sorpresa cuando al día siguiente unos conocidos me dijeron que dicho taller, eran unos timadores, que cobraban sin tener averías, cualquier cosa y que no eran de fiar.

¿Cómo hemos podido llegar a tener una sociedad así?

Algo tan sencillo como puede ser llevar el coche al taller, se puede volver un auténtico calvario en esta isla, pero, sobre todo, ¿cómo puede ser que ya no nos podamos ni fiar de un especialista que pretende timarte y cobrarte cualquier cosa por sus servicios?

¿Qué hemos hecho tan mal que ya no podemos fiarnos de nada ni de nadie?

¿Acaso es necesario vivir timando a las personas y sacrificando nuestra dignidad?

No puedo entenderlo ni aceptarlo y posiblemente me moriré sin poder hacerlo.

¿Tal vez perdimos la dignidad hace tanto tiempo que ya todo nos da igual?

Esta misma semana, una agente comercial me comentaba que alguien le había pedido una comisión sobre una venta que estaba ayudando a gestionar a su propia familia, sin que sus parientes se enterasen…

Y así podríamos escribir un libro sobre las anécdotas que me he encontrado en los últimos 20 años y que cada vez van a peor.

Hermanos que se matan por herencias, divorcios que no se los desearía ni a mi peor enemigo, hijos contra padres y viceversa.

¡Caín y Abel son aficionados en relación con lo que vemos en nuestro día a día!

¿Dónde está nuestra dignidad?

Tal vez, solo tal vez, me gustaría pensar que, esta sociedad tenga salvación, que pueda cambiar, que dejemos de padecer de ombliguismo algún día y que seamos conscientes de que todos somos UNO en el universo y que, si yo te ayudo y tú me ayudas, las cosas pueden ser más sencillas.

Solo tal vez, llegue un momento en que este mundo sea distinto y decidamos amarnos incondicionalmente desde la ayuda mutua y sin intereses, ni medias tintas.

¿Te imaginas querido amigo lector un mundo así?

Yo sueño cada noche con él y espero poder llegar a verlo y no hacerme tan mayor que pierda la fe en que otra vida es posible.

Estoy convencida de que, aunque pocas personas, algunas si son buenas y que cada vez puede aumentar más ese número.

¿Te apuntas a hacerlo crecer?

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