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Elegir la historia

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 06 de junio de 2024, 05:00h

Estos días, el alumnado que termina Bachiller están iniciando, en todas las universidades de España, la prueba de acceso a los estudios universitarios, la EBAU. Una de las noticias señalaba que este año podrán escoger entre Historia de España e Historia de la Filosofía. La elección mayoritaria es la Historia, frente a la Filosofía que, por lo visto, la escoge una mínima expresión del alumnado. Imagínense: si ya la Historia era considerada como un rollo inútil, ¿a qué altura estará quedando en la valoración la Filosofía.

Compartí con un amigo, doctor en Filosofía, la noticia y algunos comentarios sobre el particular. Es cierto que de la intención de los chicos no debemos extraer consecuencias radicales, pues su intención es ahora aprobar el examen y poder matricularse en la carrera que desean. Pero uno no puede por menos que releer la noticia imaginando una sociedad que prefiere mirar al pasado –la historia- que pensar en el presente y en el futuro. Uno no puede dejar de experimentar el dolor que nace de un descarte electivo en el que la Filosofía no tiene aquel atractivo que debería tener aquello que responde a la innata y antropológica actitud curiosa que nos identifica. Me resulta llamativa la situación.

Igual debemos plantearnos la oportunidad de la política educativa oficial que genera esta alternativa. Un alumno que inicia estudios universitarios ¿solo debe presentar como aval que posee conocimientos del pasado, o debe ofrecer la certeza de posee un mínimo de capacidad deliberativa y una actitud de pensamiento crítico suficiente para introducirse en la dinámica universitaria? Porque por lo que yo sé, entre las competencias trasversales que se exigen en la Universidad, esta capacidad de pensamiento está presente en todas las esquinas de los documentos pedagógicos.

De lo que ocurre en la realidad concreta debemos aprender. Y es una inestimable enseñanza conocer que, desde arriba, se valora la filosofía poco; y, desde abajo, cuando se nos ofrece alternativa, se valora como casi nada. Y la pregunta es natural: ¿Por qué no se valoran los estudios de Filosofía? ¿Por qué son tan pocos los alumnos que se matriculan en el Grado en Filosofía? Ta vez porque, como le decía el amigo a Gastón, en la Bella y la Bestia, “es muy peligroso pensar”. Nos sitúa delante de lo real y no sabemos qué hacer con ello. Mejor mirar hacia atrás y repetir, como eco en una cueva, lo que otros han hecho o dicho, dejando cerrada la puerta a interrogantes aparentemente inútiles.

Si no sé a dónde me lleva el camino, andar por él es una estupidez. Si no sé lo que supone andar y cómo funciona los mecanismos de sentido, lo mejor es sentarme al borde del camino y dejar que pase la historia para tomar notas de sus colores. Si la historia es importante es porque nos ayuda a entender el presente. Sin ese elemento de referencia y sentido, yo tampoco elegiría ni siquiera la historia.

Pese a todo lo dicho hasta ahora, deseo que las ilusiones de tantas personas jóvenes que se enfrentan por primera vez al serio color de los aularios universitarios, con hormigueos estomacales y deseos en sus corazones, alcances el resultado esperado. Que puedan acceder a los estudios que les motivan y puedan ser felices haciendo en el futuro aquello para lo que se consideran llamados. Hasta ahora han elegido, ahora comienzan a experimentar que es la realidad quien elige y, en muchas ocasiones, solo nos queda asumir con creativa libertad interior lo que la realidad nos ofrece.

Aunque no elijamos la Filosofía, no dejemos de pensar; porque las preguntas de nuestra curiosidad merecen ser respondidas.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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