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No solo lloran los Sauces en el García Sanabria

Por José Luis Azzollini García
lunes 27 de mayo de 2024, 10:47h

Llevo ya una semana viviendo en lo que fue el barrio de mi infancia y mi juventud: El Toscal. La verdad es que me lo tienen hechos unos zorros, pero hay que pensar en el futuro y parece que la cosa puede cambiar a mejor. De todas formas, el tema de las obras en el barrio, si me lo permiten lo trataré en otro momento, pues son bastante significativas como para encima andar mezclando.

En esta ocasión solo tocaré un rincón de este populoso barrio que nos atañe a todos, aunque lo hayamos dejado en manos de los políticos. A ellos, desde luego, les compete el mantenerlo, adecentarlo y seguir apostando por la idea que llevó a su promotor a ofrecérselo a su pueblo. Me refiero al Parque de García Sanabria. Justo al tiempo de reinstalarme en mi domicilio provisional, se llevaban a cabo las fiestas de Mayo; que, como todo el mundo sabe o debería saber, son con las que el pueblo de Santa Cruz de Tenerife, celebra una serie de actos que atraen a todo el que desee pasar un buen momento. El Parque, tal y como lo conocemos, se transforma casi en su totalidad y se convierte en un expositor de libros, flores, alimentos, artesanía y así hasta llegar casi a un infinito de actividades.

La música se oye junto a la fuente de La Maternidad, pero también se puede escuchar en aquella fuente donde alguien sin escrúpulos echó cangrejos de río con la sana intención de no tener que comprarlos o importarlos. En Canarias no se comen esos bichos, por lo que habrá que agradecer a alguien el que una vez más nos intente conquistar. Esta vez por la boca. Gracias a Dios y a la intervención de alguien entendido, ahora han sembrado el rincón de otros predadores de los cangrejos. A ver si unos y otros dejan el lugar en paz, que nadie les ha invitado a esta fiesta.

Cerca del Reloj de flores, se instaló como viene siendo habitual desde mis años de niñez y tengo ya sesenta y cinco, los gorgoritos. ¡Que gusto da el oír el griterío de toda la chiquillada advirtiendo al gorgorito que el/la malvada, se le está acercando por detrás para darle con la estaca! Las escaleras se amontonan de niños y niñas que por una vez han dejado de lado los móviles que los padres suelen ofrecerles para que estén entretenidos. ¡Gorgorito uno, móviles, cero!

Todo el recinto se adorna convenientemente y los aledaños también. No obstante, por todo el tramo de rambla que discurre cerca de este recinto botánico, se colocan las cruces que el día tres de cada mes de mayo intentan hacerse con el premio que se otorga a la más bonita, la elaborada con más gusto. La cosa, cada año se presenta comprometida, pues los grupos que trabajan en ellas, se esmeran mucho. Desde hace ya unos años, además, se le ha dado participación a la juventud, lo que me parece muy bien, para asegurar la cantera.

Aun con todo lo expuesto, el mantener el Parque que el ex alcalde Don Santiago García Sanabria, mandó a construir para los chicharreros allá por el 1923 parece que fuera, más, una carga para quienes viven de la política, que un orgullo de tener la responsabilidad de su cuidado. Claro que en estas fechas luce con un esplendor especial. ¡Faltaría más! Lamentablemente, el resto del año ese recinto que actúa como un gran pulmón para Santa Cruz -fue solicitado por el Dr. Guigou para que los niños de la época pudieran cargar de aire puto sus pulmones-, no parece que tuviera ese brillo que ha lucido en estos días pasados. Cuando las carpas, los gorgoritos, van desapareciendo, parece como si las nubes se volvieran grises sobre su superficie.

Estaré de acuerdo con quien afirme que estoy exagerando un poco, al ver el Parque desde una visión global. Sin duda, desde arriba o viéndolo desde el coche cuando pasamos cerca de este magnífico espacio natural, puede que mi aseveración no se entienda mucho, pero ¿Se tendría la misma visión, si se caminara por sus avenidas y rincones interiores? Ya les adelanto que, tal vez, la respuesta podría ir cambiando a excepción del cuidado del equipo de jardinería.

Por ejemplo, quienes hemos jugado en nuestra niñez o quienes hemos paseado en nuestra juventud, entre sus veredas y caminos, notaremos gran deterioro en puntos de un interés especial. Por ejemplo, ¿Recuerdan la plaza que llamábamos de la Tortuga? Es un espacio circular a la que se accede bien desde una de las calles centrales o bien desde el paseo que está formado por bambúes. Allí se cuenta la historia de Canarias y la llegada de los conquistadores, así como del esplendoroso paisaje de los valles de Tenerife, en unos mosaicos elaborado en una fábrica de Sevilla y pintado previamente por la canaria Lía Tavío e insertados en cuatro bancos -tres abajo y uno arriba en la entrada- que rodeando la plaza están colocados en los respaldares de los bancos que allí hay. En el Centro, se encuentra, sobre un pedestal formado por losas de piedra colocadas verticalmente, una tortuga que sostiene una gran bola del mundo. La tortuguita parece preguntarse cuándo se dignará, el Consistorio, devolver el esplendor a dicho rincón; en estos momentos, quien visite ese lugar, solo la verá a ella. Antes, he leído que había hasta un termómetro que recorriendo el espacio interior de las losas de piedra que soportan al animalito y antes también a la bola del mundo, nos hablaba de la temperatura que se podía disfrutar en Tenerife.

Yo recuerdo ver antiguamente, unos guardianes que te dejaban claro que el lugar era para ser respetado. En estos tiempos que corren existen cámaras, pero por el nivel que existe de la actividad de los amigos del destrozo ajeno, parece que o están desconectadas o simplemente son de adorno. A los vigilantes, se les presupone su presencia. Aunque no estoy seguro si se debe hablar de presunción o deseo.

El parque llegó a tener hasta animales, pero se sabe que eso ya no está aceptado por las Leyes que les protegen. La realidad es que este bello jardín botánico de Santa Cruz, está reclamando la atención de quienes parece que solo saben inaugurar, pero se olvidan de su mantenimiento. Este Parque estuvo cerrado hace unos años para su remozado y una vez terminó la obra, volvió a abrirse al público, previas las fotos de rigor. Ahora las fotos las hacemos quienes lo visitamos. Y, en esas instantáneas, descubrimos el “arte rupestre” que algunos cavernícolas han ido dibujando en los baños públicos y estatuas con mensajes que compiten a ver cuál es más soez. ¿Será que van a rodar una película sobre los suburbios de Nueva York? Me temo que estamos ante una dejadez más, de quien tiene que velar por lo que es de todos. Un paseo frecuente, podría servir. Hablamos de un gran recinto que fue construido con dinero que llegó de suscripción popular, además de las propias arcas del Ayuntamiento de la Época.

En los baños -que están junto al parque infantil- no se pueden poner cámaras, pero y ¿si se pusiera una persona que se ganara su sueldo cuidándolos? El Parque García Sanabria, está lleno de una arboleda tropical y subtropical, que bien se merecería: mayor información al pie de cada especie y el adecentado de los parterres que no han resistido el empuje de sus grandes raíces. Así podríamos consolar a los Sauces que lloran por una aparente desidia.

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