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Pensar sobre lo que pensamos

Por Julio Fajardo Sánchez
viernes 24 de mayo de 2024, 18:13h

Beltrán Russell decía que somos un cúmulo de instintos y pasiones, que no acertamos a embridarlas con la reflexión y la racionalidad suficientes. Emilio Lledó dice que lo importante no es la libertad de expresión sino la libertad de pensamiento. Sin un pensamiento independiente no somos nada, solo apéndices de un árbol común sometido a una disciplina ideológica. El pensamiento es un impulso espontáneo, lo importante es saber detenernos a pensar lo que pensamos.

No disponemos de un término que sirva para diferenciar ambas situaciones. Los franceses usan dos palabras para denominar a la sabiduría. Una, sage, que hace mención a la prudencia, y otra, savant, que se refiere exclusivamente al conocimiento. En un caso piensa lo que aprende y en el otro digiere lo que piensa. Para valorar lo que digo, estas cosas se dimensionan y cuantifican o se relativizan por sus efectos indirectos.

Los ingleses utilizan el concepto momentum para definir la cantidad de movimiento, que es lo que nosotros entendemos por momento del momento. El momento es el efecto que tiene una fuerza en un lugar distante a aquel sobre el que actúa, una situación tan relativa como la de la luz que produce sombras propias y arrojadas. Volver a insistir sobre lo mismo provoca conclusiones sorprendentes.

Eso es lo que tiene pensar sobre pensar, detenerse a meditar sobre las consecuencias, que no es otra cosa que prevenir lo que va a ocurrir si lanzamos instintivamente lo primero que se nos viene a la cabeza. Estamos entonces ante una derivada. En el análisis matemático la primera derivada es la tangente a la curva, la segunda implica una inflexión, un cambio brusco en el comportamiento creciente o decreciente de una función.

Hoy abundan los analistas que mencionan al momentum y a las derivadas sin saber de lo que hablan realmente, porque no piensan sobre lo que piensan. Cada vez son menos los que lo hacen y se dejan someter a los algoritmos que marca la artificialidad, el mensaje prefabricado de las ideas como un equipaje imprescindible para nuestras vidas. Masas de personas avanzan hacia objetivos que pueden cambiar de un día para otro. Orientan sus pensamientos en función de que otros les digan que son necesarios; cuando ya no lo sean cambiarán de opinión y seguirán creyendo que están ejerciendo su libertad de pensamiento en el sentido que dice Emilio Lledó. Además sostienen que esa es la única forma posible porque consideran que Emilio Lledó es de ellos y de nadie más.

Con el permiso de todos hoy me apropio del filósofo y sostengo que lo sabio, en el sentido que le dan los franceses a la palabra sage, es pensar en lo que pensamos antes de lanzarlo como un exabrupto al espacio de la comunicación, ese territorio en el que nos movemos de forma arriesgada cada día.

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