El País abre hoy con un artículo de Carlos Cué y una foto de Rufián, Aitor Esteban y Patxi López donde se dice: “El progresismo intenta convencer al presidente de que siga para evitar una crisis de resultado imprevisible en uno de los grandes bastiones de la socialdemocracia en todo el mundo”. Esta imagen es motivo de reflexión por dos cuestiones importantes: primero porque faltan Puigdemont y Otegi para completar la realidad del sustento de ese bastión, y segundo porque, si esa es la representación socialdemócrata que queda en el planeta, habla de la debilidad de lo que representa esa opción a día de hoy; de aquí que sea verosímil que la izquierda europea vea en Sánchez el último castillo en el que refugiarse, y ante los inminentes cambios que se van a producir en la UE, sus compañeros de la Internacional le hayan solicitado ese liderazgo.
No se me había ocurrido, pero el texto de el periódico me invita a pensarlo. Hoy Madrid vuelve a ser el del dos de mayo, heroico y resistente que sale a la calle al grito de “qué nos los llevan”, y moviliza a 120 autobuses repletos de militantes que vienen del exterior a reforzar a sus compañeros a las puertas de Ferraz. En política, igual que en todo lo demás, se sueña siempre con el ascenso a una escala superior, y el deseo de cualquier presidente es convertirse en Úrsula von der Leyen.
En cualquier caso, la operación saldrá bien: o sales reforzado por la aclamación de los que no quieren que te vayas, o progresas, por elevación, a metas más altas en el respeto y consideración del mundo mundial. En esta estrategia no se pierde nunca y puedes salir reforzado ante las próximas consultas electorales. Además, de paso te quitas de encima ese lastre incómodo de los que te acompañan, que son bastante más nocivos que la ultraderecha que te acosa.
En el fondo, la existencia de una oposición exagerada acaba por fortalecer a los políticos, que sin ella no serían nada. Es como el rozamiento al movimiento: si no hay una resistencia en la que apoyarse el móvil no avanza. Este es un principio de la cinemática muy fácil de entender. Ya lo decía Zapatero: “hay que tensionar”, y la tensión no sirve para nada si no tienes enfrente a alguien que responda a ella adecuadamente.
En una balsa de aceite y sin viento es difícil que la nave llegue a puerto. A la prensa hay que saberla leer para desentrañar las claves de lo que ocurre en realidad. Lo del bastión de la socialdemocracia es muy significativo a la hora de que te reclamen desde otras instancias. Otra cosa es que todo se cumpla tal como se desea, pero en este caso a nuestro presidente le avala el éxito de lograr formar gobiernos en las condiciones más adversas. De todas ha salido bien y esto lo saben en Europa, con lo cual cada vez me suena más eso de que España es el último bastión de la socialdemocracia y esto debe ser aprovechado y bien merece un sacrificio.