Enric Juliana deja caer, en La Vanguardia, que lo de tumbar los presupuestos de Pere Aragonés es una operación urdida por los socialistas, a los que llama expertos en astucia. A este juego se ha prestado supuestamente Yolanda, animando a sus compañeros de En Comú Podem a rechazarlos. El objetivo, quitarse de encima el debate presupuestario ante las europeas y las vascas, y de paso sembrar la discordia dentro del independentismo para favorecer al candidato Illa. Otra vez Cataluña dispuesta a salvar a Pedro Sánchez a costa de lo que sea. No importa dejarla sin presupuestos, y de resto a toda España, con tal de seguir un poco más en el puesto de mando. Esto lo copio de Juliana y Juliana no es sospechoso de hacerle el juego a la derecha. Más bien, es todo lo contrario. No sé qué ha pasado para que diga esto.
Por otra parte, El País dice que la Comisión de Venecia desmonta la estrategia del PP en lo referente a la amnistía. Se hace eco de la lectura de Bolaños que, al parecer, es el único que lo interpreta en positivo. Pero El País es lo que es, o, mejor dicho, hace tiempo que dejo de ser lo que era, y ya no se ve a la gente paseándose con él bajo el brazo o presumiendo de leerlo en las cafeterías como antes. En los años de Zapatero éste decía que desde allí lo estaban bombardeando, con Alfonso Guerra llamándolo bambi y Matilde haciéndole el juego. Hizo todo lo posible por cargárselo hundiendo al grupo Prisa, y sacando a flote a Roures, con sus amigos Barroso y Chacón. Ahora se ha convertido en su influyente más directo, llegando algunos redactores a decir que es él quien dicta la línea editorial y buena parte de las opiniones y las noticias.
Este es el panorama real de lo que estamos viviendo en España. Luego está la traca del Congreso, con una bulla exagerada que pretende tapar todo lo demás. Esto también forma parte de la antigua estrategia de Zapatero, cuando le pedía a Gabilondo que tensionara, que eso les venía bien. En aquel momento comenzó una lenta operación para demoler la Transición de 1978, un acercamiento al socialismo del siglo XXI, de Hugo Chávez, ya fallecido, y de Thomas Piketty, del que ya no se habla. Un poco más tarde vino lo de Stephane Hessel, una izquierda que pretendía asaltar los cielos y se ha quedado en el proyecto de un bar en Leganés con nombre de un revolucionario italiano sacado del Gatopardo.
Todo esto que cuento es normal, forma parte de las estrategias pícaras que nos son comunes. España es así, doble y engañosa, aunque siempre mantiene una pizca de sabiduría para no sobrepasar los límites, a pesar de que en ocasiones se le vaya de las manos. No voy a recurrir a la frase de Bismark que decía que los españoles, pese a sus continuos intentos, no han conseguido destruirla. También podría aplicar eso tan socorrido de tanto va el cántaro a la fuente, pero no lograría nada con eso. Ya sabemos que hay dos Españas. Las pintó Goya, la dividieron los romanos, la describió Larra, la estudiaron Unamuno y Ortega y la cantó Machado. Es muy sabido esto. Embiste como un toro, desprecia cuanto ignora y a veces, después del fracaso, se retira a conversar con un burro del color de la plata. Ortega le encargó a Giner de los Ríos que le recomendara a Juan Ramón convertirse en el poeta social que el país estaba necesitando. Juan Ramón no le hizo caso y se fue a Moguer a curarse una depresión. Ganamos a un poeta entonces. Ahora nos hace falta otro para que haga lo mismo y nos devuelva la esperanza que solo está en descubrirnos la sensibilidad, mirar afuera y decir: “Mira Platero qué de rosas caen”.