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Ética o estética

Por Julio Fajardo Sánchez
martes 20 de febrero de 2024, 12:41h

La estética se ha impuesto a la ética. Al menos esto es lo que se deduce del desabastecimiento de fármacos, como el Ozempic, prescrito contra la diabetes, que se recomienda en las clínicas privadas para adelgazar. Esparta cayó por hacer selecciones de este tipo, donde lo físico privaba sobre las capacidades intelectuales. En fin, que hoy estamos más pendientes de las operaciones de Peloponi que de otras cosas que antes eran más importantes y ya no lo son.

La ética está en horas bajas. Dice Fernando Savater que la ética se centra en el ámbito de lo humano, que solo los humanos tenemos una vida moral y eso nos hace excepcionales. Quizá por decir estas cosas lo han echado de El País. Pero ahora la ética consiste en pasear al perrito en un cochecito de bebé o en llevarlo a comer a un restaurante vegano para que se crie en los principios de la pureza alimenticia que siguen los que huyen de la contaminación. ¿Estos son los fundamentos éticos que persiguen los practicantes de una nueva estética?

También hay una estética ideológica, la que practica esa masa que huye de las descalificaciones por no estar incluida en el ámbito de la modernidad. Son los llamados progres, así a secas, que forman la comparsa del progresismo persiguiendo solo sus componentes estéticos. Sin embargo, esa estética imitativa es fluctuante y no se asienta en bases estables, provocando deslealtades quebrantables cuando las cosas pintan mal.

Es cierto que el Ozempic ha desaparecido de las farmacias, como otras cosas que no se dicen, de la misma forma que se debilita la presencia de la ética en determinados comportamientos. Siguiendo con Savater, le está pasando como a don Álvaro de Luna, que fue perseguido por el Marqués de Santillana incluso después de que le cortaran la cabeza, la pasearan en una pica y se organizara una colecta para su entierro. Hoy Ignacio Sánchez Cuenca, desde su fortaleza de El País, arremete contra él a vueltas con su interpretación sobre el terrorismo, que para algunos solo consiste en pegar un tiro en la nuca. ¿Es un asunto de ética o de estética? Porque si se trata de definir esos espacios, se está diseñando la posibilidad ética de celebrar pactos con quienes carecen de ella.

Esta es la razón de que se urja una nueva estética en donde las coyunturas políticas sean aceptables, aunque carezcan de ética. Al final, qué importa que unos cuantos diabéticos se queden sin medicamentos si a cambio mantenemos a la población en línea, respondiendo a las exigencias más rabiosas de la estética.

Sánchez ha dicho que allí donde no esté fuerte hará todo lo posible por fortalecer a otra marca que no sea la suya con tal de evitar que los carcas accedan al poder, y cada vez que dice algo así está abriendo un poco más la brecha entre los principios éticos y los estéticos de la sociedad que pretende diseñar.

Cada mañana leo El País en busca de los nuevos territorios de la ética y de la estética. Hay gente que me dice que no lo haga, pero qué sería de mí si me privaran de mi fuente de inspiración. Hoy he leído lo del Ozempic y también he visto una reseña sobre las operaciones de Peloponi, junto con una columna de Sánchez Cuenca. Es que me lo ponen a huevo.

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