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La culpa es suya

Por José A. García Bustos
sábado 22 de abril de 2023, 12:31h

“La culpa es suya” es el título del libro que ha publicado recientemente mi amigo Toni Martorell y que mañana presenta en el Corte Inglés de Palma. Ignoro por qué ha elegido ese título pero aprovecho para reflexionar sobre él. No tanto sobre la culpa sino sobre la humildad de aceptarla.

No sé si estarán de acuerdo en que la humildad es uno de los valores más escasos en nuestra sociedad occidental, basada en el éxito y la ostentación del mismo. Basta ver la inundación de apariencias de éxito que sufren las redes sociales.

La humildad se manifiesta al reconocerse la culpa propia y también al reconocer los méritos de los demás. Eso escasea en las social media.

En cuanto a lo primero, cuando nos equivocamos (y todos lo hacemos, me atrevería a decir que a diario), lo primero que viene a nuestra mente es rechazar la autoría propia y pensar que ha sido otro el causante.

Desde pequeños nos han inculcado que errar es malo, es de personas débiles. Nada más lejos de la realidad. Dicen que Edison descubrió la bombilla gracias a los mil intentos fallidos anteriores.

Equivocarse es una oportunidad enorme de aprender pero tiene que haber intención de hacerlo. Cuando suspendíamos era porque “el profe me tenía manía” o si no nos invitaban a una fiesta de cumpleaños era “porque eran muy infantiles para mí y no encajaba”.

La humildad es la aceptación de la culpa por el error cometido y la oportunidad de aprender de ellos. No aprender de ellos, nos hace débiles como sociedad.

Gracias a mi otro buen amigo Marco Laucelli, este verano asistiremos en Madrid a una iniciativa muy interesante en el mundo empresarial: Las” Fuckup Nights”.

Son charlas en las que se comparten historias del fracaso empresarial. “… eventos en los que algunas personas se enfrentan a una sala de extraños para compartir su propia cagada”, según dicen en su página web. La causa puede ser variada: negocios que quiebran, socios que se pelean tras montar un negocio o productos que deben retirarse del mercado. Qué interesante.

Esta iniciativa es la humildad en grado máximo. Primero, la no fácil tarea de aceptar la culpa de que algo muy gordo, con entidad suficiente como para ser contado, salió mal por nuestras decisiones o acciones. Segundo, hacer un continuo escrutinio sobre el desastre, retrotrayéndose al desagradable momento en que se tomó la decisión equivocada y extraer conclusiones para evitarlo en el futuro. Y tercero, contarla a un auditorio de gente desconocida que se va a reír de ti por lo que hiciste y rememorar ese fatídico momento. Chapeau.

Todo ello en un mundo tan poco humilde como es el de la empresa, en el que la mente relaciona la comisión de un error con la posibilidad de ser despedido. La no aceptación de un error puede llevar a algo tan lejos de la humildad como el empleo de la mentira para ser excusado.

Iniciativas como estas promueven la humildad frente a un mundo lleno de soberbia.

La humildad en grado máximo es cuando, tras aceptar la culpa se pide perdón por error cometido ¡Cuánto cuesta pedir perdón!

Otra variante de humildad es reconocer el éxito de los demás. Si la soberbia aleja la aceptación de la culpa, la envidia aleja el reconocimiento de otros.

Debe haber sido un envidioso quien haya creado el oxímoron de sentir “envidia sana”. Es un eufemismo para no tener que felicitar al interlocutor. La envidia corroe, nunca puede ser sana.

En un ejercicio de humildad, reconozco la trayectoria de mis dos amigos citados en esta columna de opinión: Toni y Marco. El primero por ser capaz de presentar un libro resumen de artículos de opinión ya publicados en Última Hora y conseguir que paguen por él. Y encima hacerlo en el Corte Inglés. Ya quisieran muchos. Solo con esto, Toni demuestra grandes habilidades que trascienden la de ser escritor.

A Marco por fundar y pilotar de manera brillante una empresa innovadora, Galeo Tech, que dobla cada año de facturación y plantilla y dará mucho de qué hablar.

El último ejercicio de humildad es reconocer que aún me queda mucho trabajo por hacer para llegar a ser humilde. Que pasen un buen y humilde fin de semana.

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