El pasado lunes se publicaba el nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Se trata del panel más importante sobre esta materia y ha concluido el sexto ciclo de evaluación que iniciaron en 2015.
Aunque no aporta grandes novedades a las conclusiones que ya ha adelantado en anteriores informes, si es importante por la contundencia de las afirmaciones y porque a pesar de la gravedad de la situación, deja espacio para la esperanza.
Y aunque a estas alturas sea triste tener que seguir recordándolo, creo que es necesario hacer hincapié en lo que dice el informe: el cambio climático es una realidad indiscutible y está causado, sin ningún lugar a dudas, por la acción humana.
Es más, el 79% de las emisiones proceden de los sectores de la energía, la industria, el transporte y los edificios.
Además es peor de lo que podría preverse hace años ya que muchas de sus principales consecuencias ya se están empezando a notar, y los riesgos se están agravando.
La contaminación por el uso del petróleo, el carbón y el gas produces 4,5 millones de muertes al año, 9 millones por polución. Un millón de muertes prematuras en Europa.
Según el Indice Planeta Vivo, en 2050 habremos perdido casi un 70% de la población del mundo de peces, aves, anfibios, mamíferos y reptiles.
Además es profundamente injusto, ya que las personas, países y territorios que más se están viendo afectados por sus efectos son los que menos responsabilidad tienen en sus causas.
Ahora bien, como dije, también hay espacio para la esperanza, ya que aunque es seguro que durante esta década el calentamiento sobrepasará los 1,5 ºC, que fue el límite que se estableció en París, dependiendo de las respuestas de mitigación durante esta década, puede volver a descender por debajo del grado y medio o seguir aumentando.
Una política decidida consiguió reducir el agujero en la capa de ozono.
Lo que hagamos en la próxima década va a ser determinante para el futuro del planeta y de las próximas generaciones. Y el propio panel de expertos recuerda que sabemos lo que hay que hacer y podemos hacerlo.
Hay que reducir drásticamente el consumo de combustibles fósiles, descarbonizando nuestra economía, poner fin al consumo excesivo y lineal sin olvidarnos de que la justicia y la equidad social son fundamentales en este proceso de transformación.
Es una cuestión de equidad política.
Soy moderadamente optimista a este respecto, ya que afortunadamente la conciencia política y social sobre la importancia de actuar frente a la emergencia climática ha aumentado considerablemente en los últimos años, como podemos comprobar con el movimiento mundial por el clima que se está forjando, con amplio protagonismo de los jóvenes.
Hace apenas unos años nos llamaban “iluminados” a los que advertíamos de la necesidad de poner en marcha planes de actuación en esta materia.
Esta emergencia mundial, el mayor reto civilizatorio que jamás haya afrontado la humanidad ya que pone en cuestión las bases materiales de nuestra existencia, adquiere especial relevancia cuando se observa desde Canarias.
Somos uno de los territorios que más y con mayor intensidad está sufriendo y va a sufrir los efectos del cambio climático.
Las afecciones empiezan a ser significativas: desvíos de los alisios hacia el este con el riesgo de cambios serios en el clima; calentamiento de nuestras aguas con la aparición de riesgos ligados a la tropicalización del clima; aumento del nivel del mar; periodos prolongados de sequía y calimas y precipitaciones intensas; aparición de enfermedades tropicales, aumento del riesgo y de los efectos de los grandes incendios forestales.
Por poner un ejemplo concreto: según un informe interuniversitario sobre los efectos del cambio climático en España, el aumento oscilará entre los 15 e incluso los 35 centímetros al norte de las islas, lo que implicará un retroceso de las playas de hasta 15 metros.
Imaginen la cantidad de personas que perderían sus viviendas o las consecuencias para la industria turística de las islas.
Nuestra salud, nuestra biodiversidad, nuestro sistema económico y hasta nuestra seguridad están en riesgo.
Es en este contexto contamos hoy en Gran Canaria con un gobierno insular ampliamente sensibilizado con esta cuestión, que la viene poniendo en su agenda y actuando desde hace 8 años.
Hemos sido la primera isla, la primera administración, en elaborar una Estrategia para la Adaptación y la Mitigación al Cambio Climático, hemos sido seleccionados por la Unión Europea para la Misión por el Clima, hemos puesto en marcha el Pacto de las Alcaldías por el Clima con los 21 ayuntamientos de la isla, somos el territorio español con más LIFE europeos, el último para estudiar alternativas al aumento del nivel del mar… Nuestro nuevo PIO se adapta a estos tiempos y a estas circunstancias…
A nuestro modelo de respuesta global a la emergencia climática le hemos dado el nombre de “ecoísla”, aunque sinceramente creo que es un modelo perfectamente extrapolable al conjunto del archipiélago.
Hay una conocida máxima ecologista (“Piensa globalmente, actúa localmente”) que nos anima a tomar medidas en nuestro entorno más inmediato como vía para solucionar los problemas globales.
Es una filosofía que encaja perfectamente en la política que estamos siguiendo en el Cabildo de Gran Canaria.
Somos conscientes, con toda la humildad, de nuestra realidad de pequeño territorio insular de menos de 900.000 habitantes, pero tenemos las potencialidades para convertirnos en un ejemplo de sostenibilidad y lucha contra el cambio climático y estamos actuando para ello.
La base para la construcción de esta ecoísla reside en el triángulo compuesto por la soberanía energética, alimentaria y la seguridad hídrica, tres cuestiones que están íntimamente relacionadas.
Pero tal y como comenté, sin justicia e inclusión social es imposible llevar a cabo la transición ecológica, por lo que esto se completa con una ampliación y mejora de los servicios y derechos sociales, la promoción de la cultura, la tradición y el patrimonio histórico, la participación ciudadana, y, por supuesto, la igualdad de género.
En un territorio que importa cerca del 90% de los productos que consume, el aumento de la producción y el consumo local se presenta como una de las apuestas estratégicas y de futuro.
Gracias al trabajo realizado desde la Consejería de Soberanía Alimentaria, a través del plan estratégico del sector primario, hoy el 34,7% (19.700 toneladas) de la fruta que se vende en Mercalaspalmas es de Gran Canaria, así como el 72,9% de las hortalizas, (42.300 toneladas) y el 45,7% (14.300 toneladas) de las papas.
En total, respecto a estos productos el nivel de autosuficiencia llega al 52,3%, unas 76.400 toneladas. Aunque en algunos productos como los huevos frescos se alcanza el 80% de autoconsumo.
Además, gracias al Banco de Tierras se han recuperado 437 hectáreas agrícolas que estaban en desuso por parte de 497 agricultores.
Asimismo se han recuperado unas 15 hectáreas vitícolas en 2022 y esperamos que se recuperen otras 12 hectáreas en 2023 este mismo año.
Mención especial merece el Plan Forrajero de Gran Canaria, que ha permitido que de 80 hectáreas de cultivos forrajeros en 2019 hayamos pasado a 130 hectáreas, (un aumento del 62,5%).
Este aumento de hectáreas también ha permitido que 107 personas se incorporen al sector agrario, gracias a las ayudas y asesoramiento del Cabildo de Gran Canaria.
Gran Canaria es la única isla que no ha perdido suelo agrícola. Al contrario, ha ganado 772 hectáreas.
Esto nos ha llevado también a garantizar la Seguridad Hídrica de la isla con una red de distribución, almacenamiento, desalación, regeneración de aguas grises, aportaciones al acuífero, convenios para evitar los trasvases de agua de la cumbre a la costa, abaratamiento de los costes con energías limpias…con más de cien millones de inversión.
El transporte es, junto con la producción y consumo de energía, el principal responsable de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si con la soberanía alimentaria conseguimos reducir el transporte de mercancías, debemos transitar urgentemente hacia la movilidad sostenible, pasando de un modelo basado en el coche privado a uno sustentado en el transporte público.
Nuestra apuesta para Gran Canaria es la de un transporte alimentado con energía eólica e hidrógeno verde que una la capital con el sur de la isla, el vial que concentra la mayor parte de la población y principales infraestructuras aeroportuarias, turísticas e industriales.
Paralelamente hemos abaratado el coste del transporte con bonos para diversos colectivos, hasta casi la gratuidad, hemos apoyado iniciativas municipales como la metroguagua y estamos implantando una red insular de puntos de recarga para promover la electrificación de una parte del parque automovilístico.
La economía circular en el archipiélago debe centrarse en la gestión integral de los residuos. No podemos seguir consumiendo territorio, nuestro bien más escaso y valioso, para enterrar las toneladas de basura que generamos.
Desde el Cabildo de Gran Canaria se ha invertido en la última década unos 80 millones de euros en la construcción de dos ecoparques para el tratamiento de las 400.000 toneladas de residuos que producimos cada año.
Gracias a su equipamiento de última tecnología el ecoparque norte ya genera, a partir de los residuos, más energía de la que consume, y convierte los restos orgánicos en un compost de alta calidad que puede ser utilizado en jardinería y agricultura.
Tenemos que seguir trabajando de la mano de los ayuntamientos y el sector privado para reducir el consumo de envases, en especial de plástico y aumentar la separación y recogida selectiva de residuos. Gran Canaria lidera el reciclado en Canarias.
Y ya hemos elaborado nuestra Estrategia de Economía Circular.
Casi todas las islas con masa forestal han sufrido graves incendios en la última década, lo que ha venido a recordarnos las consecuencias más nefastas de la sequía y el aumento de las temperaturas así como de la necesidad de seguir impulsando una correcta gestión forestal.
Debemos redoblar esfuerzos e impulsar iniciativas como el céntimo verde (de la que el Cabildo fue pionero) para invertir reforestación, rehabilitación de hábitats degradados, conservación medioambiental, lucha contra especies invasoras etc., que son además yacimientos de empleo para algunas de las zonas con mayor paro en las islas.
Hemos sido además el primer territorio en pagar por servicios medioambientales a los pastores de la isla para que sus ovejas bomberas ayuden en la prevención de los incendios.
Para reducir las emisiones es necesario desmaterializar parcialmente la economía, y en ese sentido en Canarias contamos con nuestra identidad y nuestro patrimonio cultural.
La Reserva de la Biosfera y Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña, Patrimonio Mundial de la Humanidad son el mejor ejemplo del papel central que la cultura y la conservación de saberes ancestrales puede tener en este nuevo paradigma.
Ya hemos conseguido también superar varios hitos en nuestra búsqueda de la consecución del Parque Nacional de Guguy.
Decía Antonio Gaudí que “La originalidad consiste en el retorno al origen; así pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”.
Pues en nuestros orígenes, en los saberes heredades de los primeros pobladores de esta tierra tenemos gran parte de la respuesta a los retos que nos plantea el futuro.
No podemos hablar de transición ecológica sin acercarnos a la transformación de nuestro principal sector económico: el turismo.
El turismo es una actividad de un altísimo impacto ambiental: desde el traslado de los visitantes a las islas, el elevado consumo de agua y energético de los establecimientos turísticos, la generación de residuos…
El sector debe afrontar una profunda reconversión hacia la economía circular que lo haga más eficiente y competitivo. Es imprescindible hacer un esfuerzo por vincular turismo y sector primario, conectando el consumo de los que nos visitan con la producción local y conseguir que un mayor número de turistas dinamicen la economía de la cumbre y las medianías de Gran Canaria.
De esta manera también conseguiremos una experiencia turística más genuina y diferenciada en un entorno cada vez más competitivo.
Podría seguir desmenuzando nuestro modelo de acción, destacando los avances en la economía azul y en los desarrollos biotecnológicos de la biotecnología azul vegetal y animal de la mano de Bioasis, con el Banco Español de Algas, ITC o Ecoaqua, del avance de la Acuicultura…
Podría señalarles los avances en el Proyecto de Gran Canaria Isla Inteligente ( Alertagran, Aquagran…) en las propuestas de innovación, conocimiento y nuevas tecnologías, sector audiovisual…
En relatarles los avances en políticas sociales, de igualdad, de creación de empleo, de migración…porque sin equidad y justicia social no puede haber desarrollo sostenible…
Me extendería demasiado, pero estamos trabajando decididamente en esos campos de la acción politica. Plan sociosanitario, 1550 plazas…, empleo anterior a la crisis de 2008, Gran Canaria Infinita con los 21 ayuntamientos para luchar contra la violencia de género y proteger a las víctimas…
Pero probablemente el reto más urgente que tenemos por delante para hacer frente al cambio climático es transformar nuestro sistema energético ya que la producción y el uso de energía es una de las principales fuentes de emisiones de efecto invernadero causantes del cambio climático, y es una cuestión transversal que afecta a todos los sectores económicos.
Cualquier plan de acción realista pasa por la sustitución de los combustibles fósiles por nuevas fuentes de energía renovable.
Es por ello que desde la acción del Cabildo hacemos especial hincapié en esta cuestión.
Les comentaba antes que nos tachaban de ilusos cuando planteamos siempre que el futuro pasaba por las renovables y no por el gas. De ilusos y de otras cosas más graves.
Recuerden la lucha de esta Mancomunidad del Sureste por impedir que se nos impusiera el gas como modelo de generación energética para la isla.
Recuerden los años de lucha en las administraciones, en la calle, en los tribunales… contra las descalificaciones y las campañas interesadas de descrédito y acoso.
Y lo evitamos.
Recuerden que hace apenas tres años volvieron a la carga intentando imponernos el gas ciudad…peleamos en contra desde el Cabildo en la UE y ganamos la batalla.
Y lo ganamos.
Hoy son ya muy pocos los que siguen considerando esa alternativa.
Miren si teníamos razón con lo que está pasando en Europa en estos momentos con el gas…
La incuestionable apuesta del Cabildo de Gran Canaria por un nuevo modelo energético está dando resultados, y lo cierto es que la isla está liderando la transición energética de toda Canarias.
Hemos hecho grandes avances en el desarrollo de nuestra agenda de implantación de energías limpias.
El progreso de las energías renovables en Canarias es un hecho y en Gran Canaria es aún más patente.
Es esta la isla con una mayor contribución renovable, casi un 24%, después de la isla de El Hierro (con un 48,5%). La media en Canarias es del 20%, por lo que estamos 4 puntos por encima.
Aunque las islas tienen un clima idóneo para implementar un sistema eléctrico basado en energías limpias, la potencia total instalada en Gran Canaria apenas llegaba a 128 MW en 2017. Cinco años después ronda los 350 MW. En este lustro el crecimiento ha sido de un 173%.
Pero tenemos que ser más ambiciosos y cumplir con los objetivos de descarbonización que nos hemos trazado para el año 2040.
El estudio demuestra que en los últimos años Gran Canaria está en camino de alcanzar estos retos, gracias en parte a la reducción de los precios en los últimos años de tecnologías clave como la eólica y la solar.
Tenemos también la ventaja del Salto de Chira y de que esta gran pila de almacenamiento vaya a hacer posible que la eólica marina pueda anidar en nuestro mar en muy poco tiempo.
Con la aprobación, en el último Consejo de Ministros, de los planes de ordenación para los mares del estado español ya está todo disponible para que sea una realidad.
Estoy convencido de que en los próximos años seremos una referencia mundial: una isla de un millón de habitantes soberana energéticamente.
No podemos seguir quemando en Gran Canaria 49.671 barriles de petróleo, cerca de ocho millones de litros, al día. Porque contaminamos, porque nos enfermamos, porque hacemos un enorme daño a nuestra biodiversidad…
Hay que implementar políticas y medidas basadas en el autoconsumo para una transición inclusiva y justa, marcándonos objetivos como la descentralización energética y la democratización. Y aquí los datos son también muy positivos: Gran Canaria ha pasado de tener algo más de 100 instalaciones de autoconsumo en 2019 a superar las 2000 en 2022.
La potencia instalada para el autoconsumo en Gran Canaria se ha multiplicado casi por seis entre 2019 y 2022, pasando de menos de 5 MW a casi 28 MW.
Es la isla con más autoconsumo del Archipiélago, llegando casi al 50% del autoconsumo regional.
Y en este sentido, el Cabildo de Gran Canaria predica con el ejemplo. Ahora mismo hay instalados 1,5 MW de autoconsumo en las cubiertas de edificios insulares y 2,5 MW contratados o en fase final de adjudicación: en el Ecoparque Norte, El Sabinal, Gran Canaria Arena, Polígono de Arinaga o en la Cueva Pintada… Todo esto supone más de 3,5 millones de euros de inversión.
También incentivamos a la ciudadanía y a las empresas para que inviertan sus propios fondos en la producción de electricidad para el autoconsumo a través de nuestras subvenciones (300 concedidas en 2021). Se han instalado de esta manera 2,4 MW, de los cuales se ha subvencionado 1MW. Es decir, casi 3 millones en ayudas desde 2019 hasta ahora.
Desde el área de Soberanía Alimentaria se ha ayudado a 131 agricultores y ganaderos, con 2,2 millones de euros, para hacer posible la implantación de 2 MW de autoconsumo en sus instalaciones
También desde el Consejo Insular de Aguas, dentro del proyecto RENOVAGUA que pretende llevar las renovables al conjunto de la desalación y regeneración de aguas. En este caso estamos hablando de más de 20 millones de inversión.
El Plan de Cooperación con municipios y mancomunidades ha permitido instalar en distintos municipios y mancomunidades y en cubiertas de centros de mayores, colegios, edificios municipales, plantas aisladas, etc… un total de 702 kW de potencia y 2,5 millones de inversión.
Los ecoparques Norte y Sur están cubriendo el 60% de sus necesidades energéticas, con picos del 100%, a través del biogás que producen. La previsión en los próximos meses es que cubran el 100% de sus necesidades y se produzcan excedentes.
En estos momentos estamos cerrando la negociación para participar con un 25% como administración pública en un parque privado de 9MW en el Polígono de Arinaga.
Y estamos negociando con las empresas interesadas en la implantación de la eólica marina la participación del Cabildo y la ciudadanía en los proyectos.
Todo esto nos está permitiendo acelerar el proceso de descarbonización, reducir la necesidad de construir y financiar grandes instalaciones de renovables, evitar pérdidas en la distribución y avanzar en la democratización de la energía.
Además, las comunidades energéticas van a ser el eje sobre el que pivotará la descentralización y la democratización del sector energético insular.
La comunidad energética industrial que impulsamos desde el Cabildo en el Polígono de Arinaga o el trabajo que estamos desarrollando en el barrio de Siete Palmas son un buen ejemplo de este compromiso.
En este sentido hemos dado un paso adelante constituyendo la Oficina de Transformación Comunitaria y Transición Energética de Gran Canaria para impulsar las comunidades energéticas y el autoconsumo compartido por todos los municipios de la isla.
Ahora bien, con el autoconsumo solo podemos cubrir el 40% de la demanda del sector residencial.
Así que la eficiencia energética y el autoconsumo solos no pueden ser los garantes de la transición hacia un modelo más sostenible.
La única manera de crear resiliencia, y avanzar hacia un modelo autosuficiente, es a través de la diversificación.
Y en Gran Canaria hemos contribuido a hacer posible o iniciado proyectos en geotermia, de ahorro y eficiencia, de desalinización y de regeneración eficientes o, como les dije anteriormente, la energía eólica marina, o la central de bombeo reversible del Salto de Chira.
También estamos desarrollando anteproyectos para almacenar los excedentes de renovables y para integrar el hidrógeno verde en algunas de nuestras iniciativas.
Pese a los buenos datos, tenemos que acelerar el despliegue de energías renovables en los próximos años y desde todas las instituciones tenemos que plantar cara, con soluciones reales, al cuello de botella que se sufre con los permisos y autorizaciones.
También hay que mejorar la eficiencia energética de la isla, como estamos haciendo en el Cabildo de Gran Canaria en edificios públioos, el centro de mayores de El Sabinal es un ejemplo ejemplo.
O seguir facilitando la electrificación del transporte con la red de recarga de vehículos eléctricos, ámbito en el que también somos líderes, aunque su despegue es muy lento.
Tal y como pueden comprobar, la respuesta político institucional que está dando Gran Canaria es lo suficientemente ambiciosa para afrontar con éxito un reto de semejante envergadura.
Pero debemos romper los límites. No podemos asumir la transformación de nuestro actual modelo de desarrollo con las extraordinarias limitaciones que se le han impuesto a las administraciones públicas, especialmente a las locales. Con la excesiva lentitud en los procedimientos.
Soy absolutamente partidario de extremar las medidas de control de los parques instalados, de garantizar la protección de nuestra biodiversidad con las medidas correctoras y medioambientales que se precisen, de avanzar hacia la democratización de la energía impulsando el autoconsumo y la propiedad pública de la producción, de incentivar la eficiencia y el ahorro, de agilizar un modelo de generación distribuida y más flexible, de separar los aerogeneradores de las viviendas…
Pero no podemos torpedear el proceso absolutamente necesario de la descarbonización
Necesitamos inversiones potentes para transitar hacia el nuevo modelo, en la órbita del Green New Deal defendido por Bernie Sanders, Alexandra Ocasio Cortez o Jeremy Corbyn.
La ecoisla es un modelo de futuro, la respuesta de una isla que se niega a resignarse y a caer en el pesimismo.
Tenemos que transformar el catastrofismo en emoción que nos impulse.
En Gran Canaria estamos en ese camino y lo estamos recorriendo juntos.