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Tardo dos minutos en comentarte la oferta

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 30 de marzo de 2023, 05:00h

La salvación no está en venta. Si no nos llaman dos veces por semana ofreciéndonos la salvación económica gracias a una oferta de alguna compañía eléctrica, telefónica, o de algún otro sector de los servicios, es poco. Tienen nuestros teléfonos fijos y móviles. Nos llaman a cualquier hora y -pobres trabajadores de este sector comercial- reciben el cuelgue por respuesta. Algunos somos capaces de colgar, pero no les quepa duda, hay personas a las que este sistema de comercio brutal les condiciona la vida. Les cuento:

Hace unas semanas, una señora jubilada, profesora de Lengua y Literatura de un Instituto de Secundaria y Bachillerato, se ha visto con su nomina embargada por no colgar a estas insistentes llamadas de teléfono y de visitas inoportunas que son capaces de venderle hielo a los esquimales. Su pensión máxima se ha visto hipotecada por un rosario de ofertas pequeñas que venían a salvarle la economía del hogar. La empatía que uno siente tener con quien llama por teléfono como forma de vida y que debe garantizar un número mínimo de ventas para poder llevar un sueldo a casa, carece de esa otra empatía de saber si quien recibe la llamada tiene la edad y las condiciones neurológicas adecuadas para decidir comprar de esa manera su salvación. Y el resultado se lo pueden imaginar. Un cadáver se conoce por el revoloteo de los buitres.

Persistentes, perseverantes… Así son. Y si no tienes tiempo ahora, “te volvemos a llamar cuando puedas atenderme dos minutos”. Por eso ya he decidido no permitirles una conversación que supere el tiempo que me cuenta decirles “no me interesa”. Un marketing relativamente violento que nos amplifica el sentimiento de culpa por cortarle a alguien el teléfono de esta forma tan maleducada. Pero todo tiene un límite.

La salvación en dos minutos. ¡Qué capacidad de oferta! Ni Jesucristo, que tuvo que dedicar tres años de vida pública a anunciar el Evangelio, como propuesta de salvación, fue capaz, en tan poco tiempo, de realizar su oferta salvífica. Ya decía mi abuelo que nadie nos vende un duro por cuatro pesetas. Y que no hay oferta sin truco.

Si usted se toma este remedio, en quince días adelgazará. Y si se unta esta pócima, no lo dude, recuperará su cabello juvenil. Y, entre la verdad y la mentira, convertimos la necesidad y los anhelos en alimento de mercado. ¡Qué razonable pensamiento el de mi abuelo! Nadie te vende la salvación. Porque la salvación no está en venta. Una tirita no sana una herida ni acaba con una infección.

Nadie puede comprar el éxito ni la felicidad. La alegría no viene embazada, ni se vende en tiendas ni farmacias. El camino es diferente; y suelen venir envueltas en gratuidad. Tiene más de don que de conquista. Necesita más la capacidad de recepción que la estrategia de conquista. La vida, y lo que la hace hermosa, no se conquista con jarabes misteriosos, porque se construye como consecuencia de pacientes procesos que nos implican. Dones y tareas. Nadie te cambia la vida en dos minutos. Es poco tiempo para alcanzar una altura tan enorme.

Veinte siglos hacen de aquella Redención preciosa y aún estamos al inicio del proceso, ¿y en dos minutos me ofreces tú la salvación? Me quedo con mi abuelo.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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