Otra conspiración ha caído. Un reputado periodista de investigación norteamericano, premio Pulitzer, parece haber demostrado que fueron los americanos los que bombardearon el Nord Stream 2, ese gasoducto que une Rusia con Alemania. No fue Putin, como decían los medios oficiales desde el minuto uno.
Elon Musk tenía razón, las conspiraciones se están volviendo realidad.
La secuencia se repite: Estados Unidos bombardea el gasoducto, se corta el gas que proporciona Rusia, se entra en pánico porque el invierno va a ser duro y frío para Europa, se empieza a comprar el gas a Estados Unidos un 40% más caro. Negocio redondo para los de siempre a costa de debilitar Europa.
Todo idóneo para alentar la inflación europea por el encarecimiento de los suministros.
¿Ven que el patrón Problema-Reacción-Solución se repite una vez más?
Los perjudicados somos nosotros y el daño lo causó un país, en teoría, amigo. Pero da igual la magnitud del escándalo, el tema del que todo el mundo habla es el cambio de las tarifas de Netflix.
No solo es un ataque de Estados Unidos contra los intereses de Europa, sino que veremos las represalias que pueda acometer Rusia que invirtió 20 mil millones en los dos gasoductos (Nord Stream 1 y 2) y ha debilitado su posición negociadora con el gas como arma. La pérdida económica de esos ataques se valora en 500 millones de dólares.
Pero también suponen un desastre para el medioambiente. Según el director de estrategia energética del Environmental Defense Fund, Andrew Baxter, el ataque produjo la emisión a la atmósfera 115.000 toneladas de metano o, lo que es lo mismo, el equivalente a las emisiones que generan dos millones de coches durante todo un año. O las generadas por un millón seiscientas mil vacas en un año.
Los que han provocado este desastre ecológico son los mismos que nos dicen que tenemos que jubilar nuestros vehículos, vivir en ciudades de quince minutos o comer insectos y eliminar los bistecs y las hamburguesas de nuestra dieta por aquello de que las vacas contaminan.
Tampoco es una conspiración lo de que quieren hacernos comer bichos. Nicole Kidman y Salma Hayek los promocionan. Aquí, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición ha autorizado el consumo para humanos de los siguientes insectos: el grillo, la langosta migratoria, las larvas del gusano de la harina y, no se lo pierdan, las larvas del escarabajo del estiércol ¿Adivinan de qué se alimentan? Sí, de las boñigas de las vacas.
La paradoja es que nos prohíben alimentarnos de las vacas pero no de los bichos que se alimentan de sus excrementos.
Con la explosión del gasoducto nos han vuelto a engañar, los medios anunciaron el mensaje oficial y las masas cacarearon y replicaron lo que los medios dijeron. Ha sido Putin, decían. Y nos insultaban a los que, si quiera, nos planteábamos preguntas. ¿Quién gana con esto? ¿Qué interés tiene Putin en volar los gasoductos? Solo intentábamos seguir el dinero. Follow the money, la fórmula que nunca falla. Sigue la pasta y llegarás al responsable. Y el camino nos llevó a sospechar de quien hoy señala este reputado periodista.
Y es que vivimos en un mundo en el que nos lo tragamos todo y cuando hemos sido conscientes de que nos la metieron doblada nos da igual. Cogemos el móvil y comentamos lo de Netflix, o lo del Casio y el Rolex. Estamos en mundo narcotizado que no reacciona ante ningún escándalo, aunque nuestra economía y nuestra salud estén en juego. Si el Cojo Manteca levantara la cabeza.