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Feliz diálogo

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 29 de diciembre de 2022, 06:00h

Desear el bien a los demás es bueno. Porque los malos deseos, como la envidia, daña más al que la siente que al que la padece. Es lo que tiene el mal, que nos mancha en las manos como el piche. Por eso viene bien que, al menos por estas fechas, nos deseemos cosas buenas; y nada mejor que la felicidad. O sea, que al decir Feliz Año Nuevo deseemos, de verdad y de corazón, que la otra persona sea feliz, al menos un poco más feliz, que lo que fue durante el año que se cierra. Eso les deseo.

Un año marcado por la guerra de Ucrania, la subida de los precios como consecuencia de la inflación, acaba. No será mejor, según los expertos, el 2023; pero a pesar de ello, seguiremos deseándonos un año feliz. Todos lo padeceremos, pero algunas personas -y no pocas- lo van a sufrir. Pues deseamos que la solidaridad genere espacios para que la felicidad se haga presente en sus chispitas posibles. Que, al menos, tengamos abrigado el corazón cuando nos envuelvan los fríos imposibles alrededor.

Un año marcado por la crispación preelectoral que esperamos, con los decibelios progresivos de ruptura de la concordia y la serenidad de la convivencia entre miembros de la comunidad. Bienvenido entonces el deseo de concordia y diálogo. Ese marco general de la convivencia sin el que regresa la tribu, cuando mejor, porque es la manada la que irrumpe con mayor frecuencia. Un año que augura desgarros y sangre parlamentaria, metafóricamente hablando.

Un año en el que los porcentajes de exclusión no se aminorarán, en los que la emigración forzada no menguará, en la que las penas seguirán hiriendo la carne de tantas personas. Pero, ¿podremos decir de verdad, y desearnos de corazón, un feliz año nuevo? Claro; imaginemos que no estuviera, al menos, en nuestro deseo. Deseos cargados de compromiso porque acontezca.

Tal vez en ese marco deberíamos escribir nuestro triple deseo: diálogo, esperanza y solidaridad. Por poner tres de las mejores palabras que deben pulular en los periódicos durante este próximo año. Hacerlas aparecer aunque no tengan ganas de estar. Forzarlas, si fuera necesario. Deben estar presentes como antídoto de las nubes que se elevan en el horizonte pesimista del año que llega.

Y si las tres son muchas para nuestra debilidad de deseos, quedémonos con la primera y generemos actitudes multiformes de diálogo sincero. Dialoguemos como ejercicios de convivencia y de responsabilidad. Busquemos dialogando el mejor camino para superar las adversidades inevitables. El diálogo es el camino de la sociedad. No existe sin él.

No hay puente mejor que el que genera la palabra compartida. No hay futuro mejor que el que aparece detrás de la búsqueda de varios que, aun con diferencias, ponen en común la armonía de una música común. Una partitura de polifonía que hace de los distintos, unidad.

Feliz Año 2023.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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