A más de uno, seguro que les han tenido que decir esta frase con autoridad. Y, seguramente, si la pensamos con detenimiento, estará bien dicha; y quien la recibe, debería aceptar su contenido con deportividad laboral -si es que existe el concepto-.
Si por ejemplo vamos a una ventanilla de algún Organismo público y nos hacen esperar, lo aceptaremos por ser considerados con quien está trabajando. Pero si vemos que en el entorno hay alguien leyendo el periódico, ya no estaríamos tan comprensivos. Seguramente se nos escaparía algún exabrupto o como mínimo un resoplido de disconformidad.
Dando estas premisas como posibles, ¿cómo es que la población en general acepta, como normal, el que en el mundo político se dedique un tiempo a leer el periódico? Y, no me refiero literalmente al hecho de abrir las páginas de un diario, que seguramente eso no se hará en público y/o delante de un contribuyente -o tal vez sí-. Con esto de leer el periódico cuando miro al mundo político, trato de hacer una metáfora con la dedicación aportada por las personas que elegimos cada cierto tiempo para que gestionen todo lo público. Pero, vayamos por parte:
Al llegar al puesto para el que han sido elegidos y aunque repitan en el mismo, consumen parte de su nueva legislatura en analizar cómo está la situación. Lo que no se entiende, porque o lo sabían por haber estado haciendo lo mismo, o por haber dedicado tiempo a criticar lo que hacían otros. A esta forma de “leer el periódico” la voy a archivar como “apoltronamiento”. Es un tiempo que consume varios meses de los años que, normalmente, estarían en su puesto.
¡De dos a tres meses “leyendo el periódico”!
En todo ese tiempo, poco se ejecuta de los Proyectos que estaban en marcha y que pudieran necesitar de alguna actuación de la parte política de turno. Hay que esperar a ver que dicen las posibles auditorías, o los asesores -puede que sean nuevos asesores-, etcétera.
Pasada esta etapa, comienza la puesta en escena del trabajo cotidiano. Crean proyectos, ideas nuevas, e, incluso, ven como pueden poner en marcha todo aquello que nos prometieron para “llegar al machito”. Bueno, tal vez no se empeñen en conseguir dar viabilidad a todas las promesas, pues este grupo de personas saben mucho de “prometer y prometer hasta piiii…er, y después de piiii…ido, nada de lo prometido”.
También pudiera ser que no se hubiera alcanzado una mayoría estable para el reparto de responsabilidades, con lo que habría que volver a mantener reuniones entre distintas formaciones políticas para ver de qué manera puede cada cual mantener su postura al “hablar de su libro”.
¡Otros tres meses -en el mejor de los casos- para la “lectura de periódico”!
Nada se moverá, hasta que no se haya alcanzado un acuerdo… creo que lo llaman de “estabilidad” aunque a la población le produzca vértigo y que en lo práctico, se reciba como un simple reparto de los “reinos de Taifas”.
Pasado esos periodos previos, normalmente, ya se pondrán a trabajar y será cuando menos tiempo tengan para “leer la prensa”. Hablaremos de “momento apoltronado”. Es cuando, siguiendo con el símil, se dedicarán más bien a editar sus propios artículos para que sean otros -los de la oposición- quienes se dediquen a la práctica de leer este tipo de periódico imaginario del que hablo. Para entendernos mejor, es esa pérdida de tiempo precioso que gasta quien no ocupa la poltrona, en dar entrevistas, participar en debates o simplemente criticar titulares y por qué no decirlo, dar credibilidad a bulos que alguien lanza a las redes sociales. Pero su labor de oposición, denunciando con argumentos y propuestas, fiscalizando y haciendo uso de la actividad parlamentaria para mejorar propuestas, se ve que brilla por su ausencia. Hablaríamos, que en este periodo de más menos dos años, es la oposición quien más “lee”.
¡Dos años largos entre crear titulares y criticar los mismos!
En este tiempo, hay más intención de poner palitos en las ruedas, que de trabajar de forma conjunta para el bienestar de la población a la que deberían servir. ¡Al contrincante -algunos hablan de enemigos- ni agua!
Una legislatura normalmente, está compuesta por cuatro años y ya hemos hablado de dos años y seis meses aproximadamente. ¿Qué ocurre en los siguientes setecientos treinta días -mes arriba, mes abajo-? Es el tiempo de volver a “leer el periódico”. Lo definiré como periodo de “preparación de la siguiente poltrona”.
¡Un año y seis meses más, a vueltas con la lectura del periódico!
Es una etapa en la que comienza un nuevo rifirrafe político donde salen a relucir muchas de las desvergonzadas formas que se ocultaban entre frases protocolarias pronunciadas durante la legislatura -lo llaman “las formas”-. Toda esa sensación de relativa paz y tranquilidad, irá perdiendo poco a poco su solemnidad y la lectura de los periódicos se hará cada vez más frecuente a medida que se acerca el nuevo periodo electoral. Sin duda, estaremos ante la fase de “la poltrona es mía”. Esta frase, de la que seremos testigos la población en general, la defenderán en cada uno de los rincones del ring político. Es, en resumen, una etapa en la que los titulares de los periódicos de tirada nacional y local, llevarán y traerán las noticias de “sus cosas”. Y en las que, sin duda, el cuadro político, fijará más su atención. ¡Más, que a los proyectos en marcha!
Si hacemos las cuentas, veremos que de los cuatro años de una legislatura, prácticamente dos años largos, nuestros gestores políticos, han dedicado su tiempo a “leer el periódico”. O traduciendo el concepto, a dedicarse a cualquier otra cosa, que para la que fueron elegidos. Y, lo peor es que nosotros -el resto del pueblo-, los mayores auditores del País, volvemos a elegir a unos y a otras, como si no hubiera pasado nada. La disculpa es que se presentan en listas cerradas y, entre col y col, ya se sabe: “manzana poco útil”.
Este País, necesita ya un cambio radical de la forma de entender y hacer política. Aún a costa de que se me tilde de “iluso”, creo que ya deberíamos hablar solo de “listas abiertas” y “programas valorados”. Con esa peculiaridad, no estaríamos pensando en votar al “menos malo, sino a gente “responsable” que, tal vez, dedicaran más tiempo a trabajar en proyectos útiles que a perder, nuestro tiempo y el suyo, en “leer la prensa”.
Recordemos que las próximas elecciones serán en 2023 y ya, desde 2022, parece que se está en campaña: ¿comienza la lectura del periódico?