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Nuevos canónigos en la Catedral

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 25 de agosto de 2022, 06:00h

La estructura administrativa y canónica anterior al Vaticano II hacía del Cabildo Catedral de una diócesis un órgano de decisión y organización eclesial muy importante. El nuevo Código de Derecho Canónico promulgado en 1983 ha centrado su dedicación, de manera exclusiva, a la liturgia y la pastoral del templo Madre de la Diócesis como colegio de sacerdotes al servicio de esos fines. Sin embargo, para el imaginario colectivo, sigue existiendo una relevancia especial en este ministerio que encomienda el Obispo, en nuestro caso, a dieciséis sacerdotes.

No es que pretenda desmitificar o eliminar la relevancia comunitaria que tiene, sino ofrecer la verdad de lo que es y nada más. No es oro todo lo que reluce: a veces es alpaca que, aun siendo elegante y digna, vale lo que vale y nada más. Atender el confesonario de la Catedral, cuidar el canto y la música sacra de la Catedral, preparar dignamente las celebraciones de la Catedral, especialmente las que preside el Obispo -pues es su iglesia y lugar de su cátedra- no es poca cosa; pero es lo que es y nada más.

Aquellas bromas que apelaban a la buena vida de los canónigos ya no tienen sentido real, pues ninguno de los que ejercemos ese ministerio hacemos otra cosa diferente que sumar esa dedicación a otras tantas que la Iglesia nos ha pedido. No es, de ninguna manera, un honor mayor que ser Párroco de San Fernando en García Escamez o Capellan de Prisión. No nos ofrece una relevancia eclesial mayor que ser Párroco de la Concepción en La Laguna o Juez diocesano en el Tribunal de Justicia de la Diócesis. Solo es un servicio. Nada más que un servicio; por nombrar otras dedicaciones de quienes se incorporan al Cabildo el próximo domingo.

La Catedral es el templo de todos. La diócesis está estructurada por parroquias. Y en cada parroquia suele haber un templo. Pero La Catedral es el templo de todos los diocesanos. Ese valor significativo y relevante es el que hace que ejercer el ministerio sacerdotal en él tenga alguna significación. Pero solo es eso, y nada más que eso. No hay poder alguno en un servicio como este. Solo hay servicio con dimensión diocesana y vinculada a la persona y al ministerio del Obispo.

Bien sea juntos, en el coro catedralicio, o cada uno por separado en sus respectivos ámbitos o lugares, los canónigos rezan con una nueva dimensión eclesial vinculada a la Liturgia diocesana. Esta mística espiritual ayuda a entender qué es y para qué sirve un canónigo. Servir rezando; servir presidiendo la oración y la Liturgia; servir en el confesonario; servir y nada más que servir. Aunque no se lo crean, es así.

Hacer que la Palabra de Jesús, la acción liturgia de Jesús y la Caridad de Jesús se hagan presente en la Catedral de nuestra diócesis. Lo que excede de ahí es, como decía un viejo sacerdote ya difundo, “(…) jamón y pan pintado”; o sea, nada.

Sirvan esta letras escritas para darle la bienvenida a los dos nuevos capitulares de la Catedral de La Laguna.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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