Con la máxima de que “todo el que no piensa como yo es un fascista”, algunas personas (y me refiero a algún diputado PSIB-PSOE) se atreven a pontificar y descalificar a otras personas con ideas distintas y por lo tanto respetables en una sociedad plural y democrática.
Y esto ha sucedido esta semana en una comisión del Parlament Balear cuando una diputada declaró, y se puede leer en el diario de sesiones, que un hombre no puede hablar y opinar sobre el aborto. Discriminación, totalitarismo, juzguen ustedes mismos.
Pero es que no contentos con eso, el mismo partido y otros parásitos parlamentarios han calificado de pacto de la vergüenza el pacto que se ha alcanzado en Castilla y León. Como si el pacto que permite a Sánchez mal gobernar España sea un pacto inmaculado, si no tenemos en cuenta que dicho pacto se realizó con los herederos de ETA, con los que quieren disgregar nuestro país en pequeños estados independientes , ya lo han intentado una vez, y los que venían a regenerar la vida política desde el comunismo más rancio.
Pero ahí no acaba lo de la vergüenza. Hace unos días el Tribunal Constitucional ha estimado el recurso de amparo de Vox y ha declarado que la Mesa del Parlamento Vasco ha vulnerado su derecho a la participación política tanto en la denominación del grupo mixto como la limitación de sus funciones parlamentarias. El llamado cordón sanitario que Mes per Mallorca intenta imponer aquí en el Parlament Balear a Vox. Fascismo, totalitarismo juzguen ustedes mismos.
Todo esto me huele a totalitarismo. El no aceptar que otras personas tengan una opinión distinta a la suya y por tanto son susceptibles de ser llamadas fascistas, ultras, cavernícolas, radicales, etc. Y todo bajo el amparo del dogmatismo que les ampara en su totalitarismo.
Al final resulta que lo de fascistas, radicales, etc….son ellos , los mismos que con la boca proclaman el progreso en una sociedad plural y con sus hechos sellan su sectarismo, su bajeza ética y su totalitarismo.
Los totalitarios encuentran dragones donde solo hay su incompetencia y falta de talante democrático al perder una votación.
Aunque a algunos se rasguen las vestiduras hipócritamente, la verdad es que estamos en una sociedad plural y los verdaderos fascistas son los que no aceptan otras posturas más que las suyas e intenten descalificar a otros después de haber perdido una votación democrática.
Una nueva nomenclatura se ha instalado para las cavernas pseudoprogresistas y esta es la de fascistas de vergüenza.