Mascotas ‘sintientes’, dueños incívicos Los animales han dejado de ser “cosas” en nuestro país y han pasado a considerare seres vivos “sintientes” desde el pasado mes de diciembre, con la entrada en vigor de una proposición de Ley aprobada en el Congreso que modifica al mismo tiempo el Código Civil, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil en lo relativo al régimen jurídico de los animales.
Los promotores y defensores de esta nueva norma destacan como principal consecuencia que, a partir de ahora, el bienestar de los animales deberá ser tenido en cuenta en los procesos de separación o divorcio a la hora de concretar el régimen de convivencia, custodia, cuidado de estos, régimen de visitas. Y será el juez el encargado de decidir a quién entregar el cuidado de estos en función de su bienestar, si no hay acuerdo entre la pareja. Además, incorpora este concepto a la hora de decidir en situaciones de herencia o sucesión, por lo que el juez se encargará de fijar el destino de un animal en caso de fallecimiento de su propietario, atendiendo a su bienestar.
Ya tenemos, por lo tanto, mascotas “sintientes”. Un avance más para proteger a nuestros animales domésticos. Lo que no cambia es el decorado de algunas calles, donde se acumulan las heces de estas tiernas mascotas, porque sus dueños incívicos son incapaces de llevar una bolsita para recoger la deposición de su animalito y tirarla a la papelera o al contenedor más próximos. No ha habido norma que haya evitado, ni tan siquiera frenado, el comportamiento indecente de muchos dueños de esas mascotas, que siguen creyendo que la vía pública está hecha para decorarla con la mierda de sus lindas mascotas que, en esta caso, ni sienten ni padecen.
Y es verdad que lo han intentado los ayuntamientos, que tienen la competencia municipal, con innumerables ordenanzas, aumentando las sanciones, con campañas de concienciación, habilitando pipicanes y zonas especiales para llevar a desahogarse al perro o poniendo más papeleras especiales. Pero el problema de las deposiciones en la vía pública persiste, básicamente por dos motivos: uno, apenas hay policías municipales por las calles que puedan vigilar esta circunstancia y que, como autoridad, puedan sancionarla ‘in situ’ y dos, el incivismo de mucha gente no entiende ni atiende a normas porque, en el fondo, se trata de una cuestión de educación.
Y si usted es testigo ‘in fraganti’ de la deposición del perrito o perrazo, vaya con cuidado en decirle nada al dueño del animalito ‘sintiente’, no sea que se tope con algún descerebrado que encima se ponga brabucón y ese día se haya levantado con ganas de bronca. “Métete en tus asuntos” o “recógela tú” será lo más suave que le contestará el indecente dueño del can, sin que se atisbe en él un gramo de arrepentimiento. “Mi perro caga donde quiere”, también es una expresión muy típica de estos energúmenos, que es de suponer que en su casa harán lo mismo cuando les toca a ellos.
Frente al incivismo de algunos, sería injusto no destacar también la ejemplaridad de muchos dueños de mascotas, que entienden las calles, los parques y las plazas de nuestros pueblos y ciudades como algo público, es decir, de todos y que, ataviados con lo indispensable, dejan inmaculado el lugar donde su animal ha hecho sus necesidades. Los hay incluso que llevan su botella de agua para diluir el pipí, en una praxis que alcanza el sobresaliente. Tampoco cuesta tanto. Es cuestión de proponérselo y, sobre todo, lo dicho, de educación.
Por eso, está muy que ya tengamos mascotas ‘sintientes’ en nuestro país, pero estaría mucho mejor que todos sus dueños incívicos cumplieran con sus obligaciones, respetaran el entorno público y pensaran que hay pocas cosas más desagradables que salir de tu casa y encontrarte una ‘primavera’ delante del portal.