Hoy he acudido al poeta y dramaturgo alemán que mucha gente asegura haber leído que fue Brecht, hombre libre que acabó muriendo en el Berlín este cuando esa ciudad aún estaba infamemente dividida y los berlineses de un lado siempre querían huir al otro lado, seguro que no adivinan de donde a donde querían ir.
Esos pobres diablos que habitaban el Berlín este estaban dispuestos a jugarse la vida para reunirse con su familia del otro lado del muro, para dejar de pasar hambre o simplemente para eso tan absurdo e ilusorio que se llama libertad. La historia contemporánea no recoge un solo caso de un ciudadano libre que quisiera ir al Berlín este pasando por el famoso check point Charly o por cualquier otro. Siempre se seguía el movimiento solar, del orto al ocaso, de levante a poniente o de este a oeste. Era comunismo o libertad.
¿Comunismo o libertad? Me suena… ha pasado solamente una semana de las elecciones en Madrid, de ese comunismo o libertad y para satisfacción personal ganó la libertad. La libertad no es un valor objetivo y definitivo, la libertad hay que conquistarla cada día porque cada día hay un gobierno, un alcalde (aunque sea el Almirante Hila que hacer, hace poco), un vecino o un conductor en la calle que quiere privarle de ella bien de forma abierta o bien recortándote tus derechos a fin de que seas cada día un poco menos libre, por eso hay que luchar siempre por la libertad. Siempre mejor más libertad que menos libertad. Aunque la Presidente Armengol defienda lo contrario, menos libertad y derechos fundamentales mejor que una ciudadanía libre que no saben lo que quieren y la Presidente nos debe educar y vigilar.
La política se parece a un iceberg en que solo vemos una pequeña parte que sobresale mientras que la mayor parte es invisible a nuestros ojos. Existe en los partidos una infantería anónima creyente en la causa que se activa en los barrios para movilizar gente para los actos del partido en cuestión; después están los figurantes (grandes aficionados a la tortilla de patata y cocas diversas) que acuden a los congresos locales del partido y consiguen que su candidato sea proclamado jefe local o provincial (como se llamaba antes) de su partido y después de toda esa gente que no aspira a nada o a una foto con el líder nacional como máximo aparecen los políticos que conocemos, son la punta visible del iceberg y combinan política de partido y cargo político que es de lo que viven. Son la élite del partido.
Dentro de este grupo de políticos están los hombres grises o los números dos; se les ha puesto una etiqueta de que no sirven para estar en primera línea y se convierten en estrategas. Esos estrategas para demostrar y justificar su existencia deciden adoptar una medida prudente, de riesgo controlado y que sea fácil de gestar y que parezca mucho más de lo que es: moción de censura en Murcia.
Lo que debía ser una hábil maniobra supone una explosión nuclear, no prospera la moción de censura rompiéndose en pocos pedazos (ya eran pocos antes) el partido que sostenía el gobierno, se rompe el pacto de gobierno en Madrid y se adelantan las elecciones (hace ya una semana), cae el vicepresidente tercero o cuarto del Gobierno de la Nación (crisis al canto), que se estrella en las elecciones y afortunadamente (si es que es verdad) se va a su casa que si al piso de un señor se le llamó Palacete al Palacete de este otro ¿Cómo se le llamará? C’s desaparece de Madrid a pesar del magnífico candidato (Arrimadas conoce el cielo y el infierno), al PSOE se le caen los piños de la bofetada que se ha dado, deben ingresar afortunadamente por un susto a su candidato (me alegro de su pronta recuperación en el fondo me cae bien) y la que era la Presidente obtiene tantos votos ella sola que suma más que los tres partidos de izquierda. Ya recuerdo de donde me sonaba ¿comunismo o libertad?
Es evidente que el estratega que ideó lo de Murcia erró en los cálculos y ahora busca desesperadamente a quien asuma la responsabilidad pues el señorito no se equivoca. Creo que efectivamente estamos ante un cambio de ciclo político, por la crisis sanitaria, por la política, y porque ni siquiera los suyos se creen a su jefe estalinista Sánchez, el del Peugeot. Me debo estar haciendo mayor pues Nicolás Redondo y Joaquín Leguina, me dan pena.
Para terminar la explicación por la que está cantada la caída de Sánchez Castejón, he escogido unas palabras sabias de alguien con autoritas, obviamente no es mía, ni es de este siglo ni es del anterior, es vieja y con solera, dice así -Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo. Abraham Lincoln, Presidente de Estados Unidos.