Mi querida España
lunes 05 de octubre de 2015, 10:54h
El noticiario de esta semana entre locura y dislate por la aproximación de una secesión en Cataluña y la prohibición de las corridas de toros, me ha hecho recordar a dos personajes insignes de nuestra cultura que nos hemos dejado en el tintero. Me refiero al filósofo y ensayista José Ortega y Gasset y al poeta Don Antonio Machado. Son dos referentes incuestionables; uno en el universo del pensamiento y otro en la literatura. Y fueron dos personas íntegras hasta el fin. Los dos conocían como pocos la forma de ser y de pensar de los españoles. En algunas de sus obras quedan latentes nuestros pecados capitales, de ayer, de hoy y de siempre: no han cambiado.
Tras un siglo de su publicación, algunos de sus textos parecen haber sido escritos hoy. La España de su época era distinta a la de ahora pero no tanto como puedan pensar; el país de su tiempo también estuvo dirigido por monarcas déspotas, dictadores tiránicos y al final una república tambaleante con una sublevación que llevó a España a otra larguísima dictadura militar con la bendición episcopal.
Ortega y Gasset y Antonio Machado, eran librepensadores. A pesar de no estar adscritos a ningún partido o facción política, eran progresistas. Y conociendo las miserias e idiosincrasia de nuestro país, eran españoles. Se sentían orgullosos de serlo. Algo se ha hecho muy mal para que un siglo después casi ningún español esté orgulloso de serlo (excepción a parte cuando la selección de fútbol ganó el mundial o cuestiones de futbol se refiere el tema) y algunas regiones o comunidades deseen independizarse del resto.
Creo que casi nada es casual. Todo sucede por algo. La incultura, la desidia, la pésima gestión de políticos y gobernantes corruptos, la crisis que nos ha deslomado a todos, han sacado lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. En los momentos críticos es cuando se aprecia mejor la naturaleza de cada uno. Los españoles hemos sido generosos y hospitalarios ayudando al prójimo para que pudiera dar de comer a su familia o echando una mano para que los bancos no le quitasen el piso. Pero también es cierto que algunos han aprovechado la coyuntura para canalizar todas las maldades posibles a nuestro viejo país.
No deja de ser paradójico que se prohíban las corridas de toros, asentadas desde hace varios siglos, y se mantenga el correbous: una salvajada donde las haya. Pero las corridas de toros saben demasiado a España, y todo lo que huele a España, parece oler mal.
Los tiempos han cambiado, las formas de gobernar debieran ser otras y tal vez nuestra constitución necesite un retoque hacia un modelo más federalista a fin de que las partes se sientan de nuevo parte del todo.
Hay cosas que no cambian. Seguimos siendo de charanga y pandereta. Mi querida España… esta España mía, esta España nuestra.