Este martes, 11 de abril, se celebra el Día Mundial del Parkinson, una enfermedad que afecta, principalmente, a las personas mayores. Concretamente, en el mundo hay más de siete millones de personas que sufren esta dolencia, y en España, cerca de 150.000, de los que siete de cada diez tienen más de 65 años
Sin embargo, la previsión de los expertos es que esta cifra se triplicará a lo largo de los próximos 25 años como consecuencia del aumento de la esperanza de vida.
Teniendo en cuenta que los pacientes con Parkinson tardan entre uno y tres años de media en ser correctamente diagnosticados, los especialistas subrayan la necesidad de reconocer los síntomas característicos, que en muchos casos van más allá de los problemas motores, para tener acceso a un tratamiento temprano y mejorar la calidad de vida del paciente.
Fundamentalmente, el Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a la sección del cerebro encargada de la generación de dopamina y la coordinación del movimiento y el equilibrio. Sin dopamina, los movimientos de los músculos se vuelven difíciles de controlar, y esta es la razón que explica los movimientos involuntarios que suscita esta enfermedad.
La patología es de carácter crónico y avanza progresivamente y, aunque se desconocen las causas que la provocan, los expertos creen que se trata de una mezcla de factores, entre los que se encuentran la disposición genética, el envejecimiento natural y la exposición ambiental.
El Parkinson puede presentarse a cualquier edad, pero es más frecuente en personas mayores. Aunque suele darse a partir de los 50 años, se calcula que el 95 por ciento de las personas diagnosticadas tiene más de 60, en su mayor parte hombres.
El síntoma más conocido del Parkinson es el movimiento involuntario de las extremidades, pero también puede concurrir otra sintomatología que, si aparece antes de los temblores, dificulta un correcto diagnóstico.
Los signos físicos suelen hacerse presentes, en primer lugar, en la mitad del cuerpo, pero cuando la enfermedad avanza suelen manifestarse de manera bilateral. En cualquier caso, la sintomatología varía de una persona a otra. Por ello, y con el fin de realizar un diagnóstico temprano, es necesario estar atento a una serie de síntomas que han sido definidos en un estudio llevado a cabo por TK Home Solutions, compañía líder en el ámbito de la fabricación y comercialización de salvaescaleras domésticas.
Entre estas señales, cabe destacar el temblor en reposo, en manos, pies y cara; los movimientos involuntarios que desaparecen al dormir y empeoran con el estrés; la ralentización de los movimientos voluntarios; el bloqueo para comenzar ciertos movimientos, como andar o girarse en la cama; la rigidez muscular en tronco y extremidades; trastornos del habla, con un tono de voz más monótono; alteraciones en la marcha, con menor braceo y arrastre de pies; caminar con hombros y cabeza inclinados hacia adelante; pérdida de equilibrio, con riesgo de sufrir caídas; pérdida de expresión facial; deterioro cognitivo y demencia; cuadro depresivo, ansiedad, ataques de pánico o alucinaciones; deterioro de la memoria; reducción del sentido del olfato; problemas para orinar, dormir y tragar; episodios de estreñimiento, sudoración o exceso de producción de saliva, y los trastornos neurológicos, como síndrome de piernas inquietas.
El diagnóstico del Parkinson es fundamentalmente clínico, ya que se basa en la exploración general y neurológica del paciente y su historia clínica. En algunas ocasiones, los médicos consideran necesario utilizar técnicas de neuroimagen, como el escáner cerebral, el TAC o la resonancia magnética.
Aún no existe un tratamiento definitivo para curar el Parkinson, aunque en los estados iniciales se logran tratar los síntomas para que el paciente pueda ser autónomo durante el mayor tiempo posible y mejorar así su calidad de vida.