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Lorito Real, tú para Epaña y yo para Portugal

Por Julio Fajardo Sánchez
domingo 31 de marzo de 2024, 02:31h

Mario Vargas Llosa, que acaba de cumplir 88 años después de salir definitivamente del mundo rosa, escribió un artículo en 2007 donde equiparaba a Jean François Revel con Orwell, hablando de dos escritores de izquierdas que nunca fueron entendidos por sus correligionarios. A él le ocurrió lo mismo cuando abjuró de un marxismo que siguió en su juventud y abandonó su admiración incondicional por Jean Paul Sartre.

Al cabo del tiempo, la historia le ha venido a dar la razón. Al menos en esa Francia donde aún queda en el progresismo la herencia de la revolución, de la resistencia y de las atrevidas consignas de mayo del 68, se observa un retorno a la moderación de las posiciones extremas en lo referente al progresismo. En general está ocurriendo en buena parte de Europa y esto hace advertir del riesgo de un crecimiento de la extrema derecha, a la que hay que enfrentar levantando muros donde se engloba a todo lo que existe al otro lado de lo que se considera territorio exclusivo del progresismo, aunque represente a sectores muy amplios de la sociedad.

Este fenómeno sociopolítico lo sufrimos en España como un reducto de actitudes que ya no son actuales en casi ningún sitio. Hasta en esto somos diferentes. Ya sabemos que Orwell no fue santo de la devoción de los socialistas y comunistas, según cuenta en su libro Homenaje a Cataluña, cuando estaba alistado en el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) durante la Guerra Civil. 1984 es una novela que describe a una sociedad que detesta y por ese motivo fue denostado.

En el artículo de Vargas Llosa se denuncian algunos principios doctrinarios, como el de que las ideologías pretenden adaptar la realidad a sus soluciones teóricas en lugar de que estas emanen de la realidad social. Vargas no es del agrado de la izquierda, ya lo sabemos, pero eso no quita para que las cosas que plantea no sean razonables. Y si lo son en Francia, donde es miembro de la Academia, deberían serlo en España, país del que además es ciudadano.

Yo también corro el riesgo de ser considerado de la fachosfera por decir estas cosas. Me da exactamente igual. Hoy leo a Enric Juliana, que siempre me da una de cal y otra de arena, motivo por el cual no voy a dejar de prestarle atención, que en Portugal se va a poner en práctica la teoría de Felipe González para dejar gobernar a la derecha moderada en lugar de arrojarla a los brazos del Chega. Aquí estamos lejos de llegar a eso. Mejor dicho, hemos llegado a donde estamos por no haberle hecho caso a González cuando correspondía hacerlo. González está en la fachosfera, como cualquier otro que se atreva a proponer algo diferente a la necesaria virtud que se impone para gobernar.

A Juliana se le ha ido el baifo o es que ahora toca hablar de lo otro, como parece que va a hacer Illa en su campaña electoral, y los antecedentes pacificadores de la teoría de la normalización exhibida por Bolaños, como vocero principal, se aparcarán por un tiempo, demostrando otra vez que hay cosas que no se pueden decir cuando tocan elecciones, pero después se harán en nombre de la normalidad. Volveremos a la misma senda, al no es no y a que Portugal, cuando conviene, es una cosa y España otra bien diferente. Antes cantábamos juntos el Grándola vila morena.

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